En Grado es la Primera Flor y se nota. Pese al confinamiento por la crisis sanitaria del COVID-19, los moscones no han dudado en sumarse a la iniciativa impulsada por la Hermandad de Santiago y Santa Ana para decorar ventanas y balcones y salir a tomar el vermú ayer y hoy al mediodía, sin olvidar un refrigerio tras el aplauso de las 20 horas. No hay verbena, no hay calles llenas de gente para celebrar ni tampoco el gran mercado de la Flor, con la faba asturiana como protagonista. Lo han hecho de una manera distinta, en la distancia, pero más unidos que nunca.

"Es una iniciativa diferente y buena para poder disfrutar de la Primera Flor aunque sea de otra manera, y también una forma de colaborar con la Hermandad que, cuando vienen las fiestas, a todos nos presta", comenta Gemma Álvarez Areces mientras descorcha una botella de sidra en la terraza de su casa junto a su marido, Juan Carlos Nava.

Como ellos, muchos moscones se dispusieron ayer a las 13 horas a disfrutar de la Primera Flor en el balcón o la ventana tras la convocatoria de la Hermandad, cuya directiva se mostró ayer encantada con la gran recepción que ha tenido la idea entre los vecinos. Justo a esa hora, en el momento de salir a celebrar la Primera Flor, comenzó a sonar el himno oficioso del concejo, "Viva Grado", en la calle Curato. Los hermanos Pablo y Raquel Álvarez, con gaita y tambor respectivamente, dieron las notas de la querida canción popular.

Sus versos resonaban en las calles de la villa moscona en la voz de los vecinos. Una canción que fue grabada y llegó a tantos moscones que viven fuera, llenándoles de emoción. En el edificio de enfrente de los hermanos Álvarez, Nora Berdasco, vestida con el traje tradicional de asturiana, esperaba con ansias que comenzase la fiesta de la Primera Flor, jaleando a los músicos desde su galería, donde colgó una bandera de Asturias con flores. Cantó a viva voz, para alegría de los dos hermanos. "Lo pasó en grande", dicen. Los hermanos repiten hoy, a la misma hora, "y luego a tomar una sidra, ya que no podemos salir al vermú habrá que apañarlo", dice Raquel Álvarez.

Esta extraña fiesta de la Primera Flor que se vive en Grado es rara para todos. Pero quizá quienes más la echen en falta sean los niños y los jóvenes. Los primeros porque se quedan sin los caballitos que tantos meses llevan esperando y los segundos por quedarse sin una noche y domingo de la Flor de juerga. Pero todo tiene solución. Ayer, las pandillas de amigos se reunían por videollamada para celebrar juntos pese al confinamiento, como Abel González y sus amigos. "El plan es cenar y tomar unos cacharros con un poco de música mientras la comentamos un poco y mañana (por hoy), se echa de menos a los amigos", señala.

La tarde de ayer fue lluviosa, nada raro en la fiesta de la Primera Flor. Quizá fuera, junto con la ilusión de todos los moscones, lo único que se mantuvo como siempre en el festejo.