Debo confesar que cuando leo LA NUEVA ESPAÑA y me encuentro con el "Sabor a guindas" de Emilio Serrano, la mirada de mis ojos hacen escala en esa página y procedo a su lectura. Y lo leo con sumo gusto, porque las guindas de Serrano son especialmente sabrosas, cargadas de sensibilidad y humanidad, como así lo demuestra en su artículo "Mi larga noche de débil sueño", publicado hace unos días. Y mi aprecio por él no sé si llegará alcanzar el que le profesa nuestro común amigo el periodista de raza, que yo llamo, César Álvarez, que desde hace unos años trasladó su residencia a Avilés y cuya vida en la Villa del Adelantado de la Florida discurre plácidamente, pero estamos seguros añora Oviedo.

Ribadesella cuenta con un hijo predilecto con todos los honores y merecimientos. Es el día de hoy, después de conocerlo desde hace años, que no escuché ningún comentario negativo sobre él. Emilio, además, tiene un gran sentido de la amistad, que no es poco. Existe un proverbio indio que deja este mensaje: "La amistad entre los hombres que se estiman es como la luna nueva que crece a medida que pasan las noches". En una de las visitas que realicé a su residencia de San Martín de la Collera, en Ribadesella, acompañado de otros amigos, nos demostró, además, que entre sus virtudes figura también la de ser un gran anfitrión. Nos presentó su libro de visitas para que estampáramos nuestra firma. Yo dejé constancia de que en aquella finca de los Serranos habría que erigir un monumento a la amistad, en el que figurara la efigie de Emilio Serrano.

Emilio Serrano, aparte de que en el año 2008 fue nombrado hijo predilecto del concejo de Ribadesella, creo que es la mayor distinción que le ha sido otorgada, cuenta también con otros premios. Por ejemplo, en 2003 recibió el Premio Farín de los Amigos de Ribadesella, en 2015 fue nombrado socio de honor del colectivo de jubilados "Los Más Grandes" y en 2016 fue agasajado con el Premio "Manos curtidas", que concede la Tertulia "El Garabato".

Pero en este sencillo homenaje que yo personalmente le rindo por su humildad, sencillez y hombre de rango empresarial, Emilio no puede olvidar, como yo tampoco, cuando en La NUEVA ESPAÑA hice una reseña de su actuación teatral en la Casa de la Cultura de la villa, por su extraordinaria interpretación, representación que compartía escenario con Menchu Álvarez del Valle. El caso es que días después se publicó un comentario mío en el periódico, en cuyo titular advertía: "Ha nacido una estrella en Ribadesella", refiriéndose, claro está, a Emilio Serrano. Sé que aquel descubrimiento le llenó de satisfacción porque me llamó para decírmelo. Así es, Emilio Serrano, a grandes rasgos, sin contar el museo y los libros de gran valor que se encuentran en su residencia de Collera, que estoy convencido se acabarán convirtiendo en patrimonio cultural del municipio. Lo digo también pensando en el Día del Libro. Si me he pasado, pido disculpas.