Los hosteleros de la calle Valdés Pumarino de Candás piden prudencia para evitar aglomeraciones como las de los pasados fines de semana, que acabaron con la Guardia Civil disolviendo el gentío congregado en este espacio. El sábado pasado, la escena en esta calle del centro de Candás parecía la de un día normal.

"Llegaron cuatro coches de la Guardia Civil y se centraron en dispersar a toda la juventud que había allí en medio porque parecía el día de la Sardina. Había bastante gente como para poder respetar las distancias de seguridad. Fue como un sábado de normalidad absoluta", concreta Rafael Ángel González, de El Cormorán Peludo. Los agentes actuaron ante el gentío que se congregó en esta calle, con terrazas a los dos lados y apenas espacio entre medias. Otro hostelero de la zona, Ricardo García, de El Pirata, argumenta que "la gente joven va a salir igual. Ahora va a haber una diferencia: o las copas las ponemos nosotros o cogen el botellón en el supermercado, que ya se está fomentando por las restricciones que tenemos. Las actuaciones están bien, que cuando hay que cerrar los bares cierre todo el mundo y la gente que vaya a su casa".

El problema es que muchos jóvenes recalaron en Valdés Pumarino con consumiciones que no adquirieron en estos locales y estaban de pie, invadiendo el espacio público, como harían cualquier otro fin de semana. "No está permitido estar con la copa en la calle y que la gente esté agrupada. Esta norma es de muchos años, pero hasta ahora hacían la vista gorda. Hasta la hora de cierre, no podemos vender a nadie que salga con la copa a la calle", comenta Marta Hevia, del Galley Pub.

Algunos hosteleros también critican las formas en que los guardias recalaron en Valdés Pumarino. "La Guardia Civil llegó de manera totalmente inapropiada", dice Ricardo, mientras a Marta la escena le pareció propia de otros tiempos: "llegaron como si fueran los grises de la época. Estaban diciendo que la gente no tenía mascarilla y muchos de ellos estaban sin ella", asegura. Esta situación de aglomeraciones en Valdés Pumarino esperan que no se repitan, por el bien de todos. "Dentro de relativamente poco nos van a dejar abrir a pleno rendimiento y hay que aguantar un poco, que si no luego lo vamos a pagar todos, tanto el consumidor futuro como los hosteleros. Igual por vender dos o tres cervezas más o no quedar mal con un cliente, luego va a ser peor. El cliente lo tiene que entender", comenta Rafael Ángel.

"Controles rutinarios"

Según explica la Alcaldesa de Carreño, Amelia Fernández, la actuación de la Benemérita "se trata de controles rutinarios que vienen haciendo a petición expresa del Ayuntamiento, para garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias y demás normativa vigente. Todo ello en aras de favorecer el disfrute en Candás de un ocio seguro y saludable y que éste sea también compatible con el descanso vecinal". Durante la fase 2 de la desescalada, este cuerpo armado tramitó once denuncias por saltarse el estado de alarma, mientras que la Policía Local tramitó tres denuncias con cinco personas implicadas, que recalaron en Carreño procedentes de otras comunidades autónomas.