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Noreña en 1900

Un concejo que destacaba por su alto nivel educativo y su gran producción artesanal

Noreña en 1900

A Alicia, intervenida y espero que recuperada

Para Noreña, la derrota española en la guerra de Cuba significó la perdida de un centro de emigración donde muchos noreñenses habían buscado la fortuna que aquí se les negaba. Manuel Rionda y Pedro Alonso la habían conseguido y serían personajes determinantes en la historia de la villa en el primer tercio de un siglo XX recién estrenado.

Aquellos tuvieron que ser años duros, difíciles. La esperanza de vida de un español era solamente de 32 años. No se conocían los antibióticos, la mortalidad infantil era altísima. No había agua corriente en las casas, las fuentes y lavaderos eran lugares de trabajo y socialización. El desarrollo de la electrificación y del saneamiento eran proyectos bienintencionados en una fase muy incipiente.

Prácticamente no existía asistencia sanitaria pública y los programas educativos se reducían a aislados esfuerzos de alfabetización público-privados que había que compatibilizar con el trabajo. Sólo a partir de 1900 se prohibió trabajar a los menores de 10 años.

Salvo un breve período entre 1827 y 1833, Noreña soportó de forma secular la presión del concejo vecino para la integración. En el año 1900 sus pocos más de 2.000 habitantes convivían rodeados por Siero, con numerosos núcleos de población, que agrupaba a sus vecinos fundamentalmente en la Pola (2.168), en torno a los mercados y el comercio; Anes, agrícola y ganadera (2.042) y Carbayín Bajo, minería (2.267).

Como concejo sin tierras, los noreñenses tuvieron que utilizar la imaginación para sobrevivir. Como recoge Tomás García, ya en aquellas fechas Noreña mostraba unos índices de alfabetización, tanto para hombres como para mujeres, superiores a la media nacional, beneficiadas con la implantación del colegio Notre Dame para niñas.

Auspiciado por la Iglesia, el periódico local "La Unión" comenzaría su difusión quincenal por 20 céntimos y la Banda de Música Municipal captaba a los aficionados a la música.

Lo más llamativo del diminuto concejo fue su capacidad de producción artesanal. En 1905 producía semanalmente 5.000 kg. de embutido, 3.580 pares de zapatos y había una transacción de cerdos y terneros de 288 reses. En una época que no conocía prácticamente los vehículos a motor, los distribuía por los mercados asturianos. ¿Y quién los llevaba hasta allí?

Revivamos una escena de la época narrada por A. R. B. en el periódico "La Unión" en 1905: "Parece que estoy viendo cómo un grupo de 10 o 12 mujeres cargadas con maniegas llenas de género se van por la calle de La Iglesia abajo con dirección a Grado a una feria, alegres y contentas como si fuesen a una romería, y cuando en el largo trayecto que tienen que recorrer hace alto esta pequeña caravana, en vez de sentarse a descansar lo que hacen es formar un pequeño baile al son de 'dale la vuelta, Pepe'".

Los emprendedores noreñenses supieron sacar provecho de su ubicación, pero sobre todo de las comunicaciones. Desde la mitad del siglo XIX Noreña tiene comunicación con Gijón y Langreo por la carretera y el ferrocarril carboneros. Además, recién iniciado el siglo, el tren del Oriente los acercaría a Infiesto y Ribadesella. Con esfuerzo, todos los grandes mercados asturianos, Oviedo, Gijón, Langreo, Siero, Infiesto, Ribadesella y Grado, eran accesibles a sus mercancías de la villa.

El carácter emprendedor y la implicación precoz de la mujer en la vida laboral (hecho infrecuente a esas alturas) dieron alas a la sociedad noreñense para subirse a la ola del desarrollo de una forma equilibrada.

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