Con sus letras en la mente, una decena de personas se despidieron en estricta intimidad, en la iglesia parroquial de San Pedro, del poeta Rufino Campal. Lo hicieron en la Pola, su localidad natal, "a la que siempre cantó y amó". Hacía muchos años que se había ido a Gijón, "a trabajar en Ensidesa", en busca del sueño asturiano, que nunca fue su obsesión. Más bien lo eran otras cosas. "El Nora, Pola de Siero y Santa Ana". También el Sporting de Gijón y "echar la quiniela". Le gustaba la vida, escribía sobre ella de manera lúcida y lo hizo hasta sus últimos días, cuando una rotura de cadera acabó por debilitarle, dejando finalizado un libro que su hijo, Rufino Campal Lucas, está pensando editar póstumamente.

Campal padre tenía 82 años y había hecho de todo. "Nació en la Pola y eso le marcó. Era todo para él", recuerda su vástago. En su juventud jugaba al balompié. Lo hizo en el Club Siero. Tenía buen toque.

Poco a poco pasaron los años y entonces se fue a Gijón: "Encontraron trabajo en Ensidesa y se fueron para allí". Aun así, nunca olvidó Pola de Siero. Lo tuvo siempre presente en sus textos y volvió para el pregón de las fiestas de El Carmín en el año 1998. Justo en aquel año perdió a su mujer. "Eso le marcó y se fue de Gijón", a donde volvería años después.

Durante los últimos años, le acompañó su hijo. El que le vio mantener la lucidez hasta el último momento. "Estuvo escribiendo hasta que rompió la cadera", apunta Campal Lucas.

En ese tiempo, consiguió terminar un libro que podría ver la luz, sirviendo como homenaje póstumo. Esos textos los compuso a través de la inspiración que obtenía leyendo "LA NUEVA ESPAÑA por las mañanas". Todos los días cogía el periódico, se empapaba de él y "se ponía a escribir".

La redacción la intercalaba con el disfrute de su otra gran pasión, el fútbol. "Le puse los canales de pago y lo veía todo. Eso sí, los que más disfrutaba y nunca perdía eran los de su Sporting de Gijón", concluye el joven Campal.

Junto a él, en el funeral celebrado ayer en Pola de Siero, estuvo José Manuel Noval, ex alcalde de Siero y profesor que tenía auténtica devoción por la figura del poeta.

"Es una pérdida que lamento profundamente. Era una persona afable, exquisita en el trato y que siempre cantó a la Pola, al Nora y a Santa Ana", apuntaba el ex regidor en la última despedida de su amigo.

Tras unos minutos, el pequeño de los Campal tomó el féretro y lo introdujo en la iglesia. Detrás fueron las otras diez personas presentes. La misa la ofició José Manuel Hevia, honrando las letras del fallecido.