"Estamos aquí para decir hasta siempre a nuestro querido Dani". A Dolores Fuego, secretaria del CD Romanón, le costaba contener la emoción al iniciar su discurso en el acto de homenaje al fallecido Dani Suárez. Un joven "ejemplar", muy querido en Pola de Siero, que falleció el miércoles tras pelear durante tres años contra la leucemia. El club quiso llevarle al lugar donde más disfrutaba, el campo de fútbol del Bayu. Allí se reunieron 200 personas que aplaudieron y lloraron a alguien muy especial.

El féretro salió a las cinco y media del tanatorio de Siero, a apenas 30 metros del terreno de juego. Lo llevaron sus amigos más cercanos y, tras ellos, familiares y otros conocidos siguieron la estela hasta llevar a Suárez, por última vez, al Bayu. El campo en el que dirigió a las categorías inferiores del Romanón, desde el año 2014.

A su llegada, los que esperaban ya en las gradas le dedicaron un aplauso. Los familiares se sentaron en el banquillo, justo donde cada fin de semana lo hacía el joven de 26 años.

Hubo un emotivo minuto de silencio y después llegaron los discursos. Habló primero Fuego, en representación del club. "Tuve la suerte de conocerte como persona y como entrenador", aseveró la dirigente del equipo. Ella, apoyada en lo que los más cercanos afirmaban sobre el malogrado poleso, lo describió como un joven "estudioso, respetuoso con los jugadores, siempre dado a la crítica constructiva y el primero en animar cuando algo no iba bien".

Fuego se resistió a ver el momento como una despedida. "No lo es porque gente como tú nunca se va, vive en nosotros siempre", reflexionó, antes de acabar con un "descansa en paz, míster".

Una vez concluyó, bajó a primera fila del campo y miró inconsolable el ataúd, rodeado de flores, una bandera del FC Barcelona y una bufanda de su querido Sporting de Gijón.

Entonces habló el padre del joven fallecido, Enrique Suárez. Dio las gracias "a todas las personas que le apoyaron en su camino" y también agradeció que su hijo hubiera "disfrutado de cada momento que vivió".

Para él, ese es el legado que deja y un aprendizaje para los que lo conocieron: "Nos enseñó a vivir el presente y a disfrutar de cada día".

A continuación, leyó un texto que la poeta Gemma Fernández escribió empleando los recuerdos que los amigos del joven le contaron. "Sigues desprendiendo ese brillo inmortal, que nunca se apagará", exclamó.

Un aplauso puso el final al sentido homenaje. Sus amigos lo sacaron del campo, por última vez, camino al cementerio de Santolaya, donde descansará para siempre.