La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Persona singular

Un sierense que dejó muchos amigos y gran admiración entre los maestros

Persona singular

La muerte de Dani me produjo sentimiento de pérdida de alguien próximo. Tuve la suerte de ser su maestro y nunca dejé de admirar su tesón. Fue para el colegio un reto la escolarización de Dani. Los equipos pedagógicos de la ONCE le hacían una atención singular y, pronosticando que sus discapacidad visual se agravaría, propusieron que aprendiese y usase el alfabeto braille desde el primer curso de Primaria. Hacía lecturas de un libro en braille, del que disponía copia en alfabeto latino el maestro. Dani leía con sus dedos, pero a la vez dirigía la mirada al libro del maestro, sentado a su lado, de tal forma que este pensaba que igual a veces leía más del libro del maestro que del propio.

Su capacidad visual no empeoró y pronto pensamos que lo que más le ayudaría sería seguir la actividad académicamente en alfabeto ordinario pero disponiendo de un ordenador donde pudiese ampliar los contenidos hasta poder percibirlos. Se solicitó a la Consejería de Educación un portátil para su uso personal y se le concedió. Con él hacía los ejercicios, los controles y la mayor parte de la actividad escolares.

Alguna vez observé su picardía recurriendo en el ordenador a archivos donde tenía apuntes mientras hacía un examen. Todos los que le tuvimos como alumno en su paso por el Celestino Montoto lo recordamos como encantador en el trato, excelente como alumno, valiente como niño, arriesgado y decidido en el juego, hasta el punto de ponernos nerviosos, conocedores de su limitación visual.

Y que se haya ido tan pronto produce una afección indescriptible. Muchos hubiéramos deseado darle un último abrazo. Dani dejó entre las personas de su edad muchos amigos, pero entre los maestros muchos admiradores. Era singular. Sean estas líneas nuestro abrazo.

Compartir el artículo

stats