Judías "premium" para la producción ecológica. Un grupo de investigadores del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida), ubicado en Villaviciosa, está realizando mejoras genéticas en judías para lograr una variedad que se dé tanto en España como en otros países de Europa, sin necesidad de emplear fitosanitarios. Es decir, buscan la mejora genética de los fréjoles para su producción ecológica. El equipo está integrado por los investigadores Juan José Ferreiras, Ana Campa y Carmen García, así como los asistentes de campo y laboratorio Fernando Díaz, Marcos Bueno y José Ángel Poladura.

El denominado proyecto Bresov es, en palabras de Ferreiras, "una iniciativa para mejorar la producción orgánica o ecológica de tomate, brócoli y fréjoles en Europa. Estamos viendo cómo se adaptan las variedades que se cultivan en Europa a la producción ecológica". En Asturias, por la formación del Serida en la faba, se centran principalmente en las judías. "Tenemos mucha experiencia en faba y es de la misma especie; por eso aportamos a esta vertiente del proyecto", añade.

El Serida cuenta con la nada desdeñable cifra de 296 variedades diferentes de judías. En los campos de Villaviciosa están plantadas judías de diferentes tipos. Las hay trepadoras, de vainas amarillas, verdes, púrpura, jaspeadas... Y todas cultivadas sin ningún tratamiento. "Este ensayo ya se hizo el año pasado. Del primer análisis ya seleccionamos unas 20 variedades que tienen muy buen comportamiento y características de vaina. Y de esas, 12 variedades se están probando en campos de agricultores ecológicos. En Asturias, en concreto, en uno", concreta Ferreiras.

El secreto para lograr las mejores judías para los campos europeos pasa por tener variedad de ellas. "Para que el cultivo de fréjoles se adapte a una producción orgánica hay que tener una buena variedad. Buscamos variedades que tengan un buen comportamiento, que sean resistentes a enfermedades, que tengan buenas características de vaina para el consumo y que sean bonitas y no necesiten ningún tipo de tratamientos. Algunas de estas variedades, a pesar de que tienen buenas características de vaina, pueden ser mejoradas para resistencia a determinadas enfermedades. Por eso estamos introduciendo mejoras genéticas para combatir patógenos como la mancha angular, la trasnosis y otras, para que sea aún más fácil la producción ecológica", argumenta Ferreiras.

El papel del Serida en el proyecto Bresov es importante en cuanto al conocimiento que atesoran sus investigadores sobre las judías en general, y las fabas en particular. "Somos 16 socios en el proyecto y cada uno es especialista en algo. Nosotros mandamos vainas a Italia para que analicen el transcriptoma, para localizar los genes que son responsables del carácter. Juntando los conocimientos, sacamos cuáles son las variedades que mejor se comportan en Europa", comenta Ferreiras.

Una vez que las investigaciones de unos y otros lleguen a ciertas conclusiones, el siguiente paso es "tratar de que las variedades con mayor potencial lleguen a los productores y, si acaso, introducirles nuevas características para que superen a las actuales". Precisamente es lo que buscan desde el Serida: que gracias a su labor de investigación los agricultores dispongan de las herramientas necesarias con las que poder lograr unos cultivos ecológicos más rentables y de mayor calidad. Con ello, también se consigue frenar el cambio climático y lograr una producción menos contaminante.

Por otro lado, Ferreiras también remarca el potencial de las judías en el mundo de la gastronomía. "Hay muchísimas variedades que se podrían preparar de diferentes maneras porque tienen distintos sabores y matices. Creo que las judías o los fréjoles no están lo suficientemente valorados por los cocineros y tienen infinitas posibilidades", añade.