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Los vecinos afectados por el mercadillo de Lugones: "No limpian, meten coches e insultan"

Las comunidades de residentes dicen tener "miedo" a la reacción de los vendedores a los que se prohibió instalarse en sus soportales

Soportales donde habitualmente se instalaba el mercado de verduras, en Lugones. A. I.

La vuelta de los mercadillos a algunas localidades de Asturias está dando problemas por los cambios de ubicación. En Lugones, la situación es complicada. Tras la manifestación de los vendedores de verduras el pasado viernes contra su nuevo emplazamiento, los vecinos de los soportales en los que se les ha prohibido la venta, apuntan que llevan quejándose al Ayuntamiento desde diciembre de 2014. Hablan de suciedad, introducción de vehículos en zona privada no preparada para soportar su peso o imposibilidad de acceder a sus viviendas por la posición de los puestos. A esto, agregan, hay que sumar los recientes "insultos" que dicen haber recibido por parte de los vendedores.

El conflicto comenzó hace dos semanas. El Ayuntamiento de Siero comunicó a los vendedores que no podían mantener su ubicación anterior, tanto por las medidas para evitar la propagación del covid-19 como por las quejas que llevaban años recibiendo. Dado el parón de varios meses en la venta, el gobierno municipal decidió aprovechar ese momento para desplazarles a otra zona del mismo parque de La Paz, donde llevan casi dos décadas. Esto no gustó a los vendedores, que hace dos semanas se negaron a moverse y el pasado viernes no sacaron su mercancía, pero se manifestaron en la zona.

Frente al lamento de los zabarceros se sitúan las denuncias de los vecinos. El representante legal de dos de estas comunidades explica que mandaron un primer escrito al Ayuntamiento en el año 2014 y volvieron a hacerlo anualmente hasta 2019.

En estos escritos argumentan que es un espacio privado, en el que los vendedores entran con coches y remolques, "que acaban dañando la zona y la reparación correría a cargo de la comunidad". También apuntan al rastro de suciedad que queda cada viernes de mercado: "Dejan allí tiradas las verduras y frutas. No lo limpian. Esto se suma a las cacas de perros e incluso de personas, que son muy frecuentes en la zona".

Otro inconveniente para los residentes es que se les dificulta la llegada a los domicilios. "Cortan el paso, ya que no mantienen distancia con la fachada y cuando alguien les dice que no pueden pasar, contestan de malas formas", relata la asesoría.

Con la decisión municipal de reubicar la zona de venta de excedentes de la huerta, llegó la protesta de los zabarceros. Estos afean la gestión del gobierno municipal, pero según la representación legal de dos de las comunidades de la zona, también insultan a los vecinos: "Según nos dicen los propietarios, pican al timbre y les insultan. Tienen miedo". Ellos subrayan que, en ningún caso, pretenden "perjudicar a nadie". Solo recalcan que se trata de una zona privada y que sería necesario "o controlar bien que no metan coches, ensucien y guarden las distancias o buscar otro emplazamiento" al mercadillo de la huerta.

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