Minutos antes de las ocho de la mañana de ayer, las furgonetas de los vendedores del mercadillo de Candás iban llegando al parque de Les Conserveres. Allí se encontraron con los accesos cortados y una única entrada para vehículos. Sobre el suelo, había marcas que delimitaban dónde tenía que estar cada puesto situado. Unos, en la parte alta de Les Conserveres, otros, en la zona donde habitualmente se sitúan las orquestas en las fiestas y, los más perjudicados, en cuesta. El concejal de Obras, Jesús José Varela, trataba de aportar soluciones sobre la marcha para que el mercadillo se celebrase por primera vez -como finalmente ocurrió- desde su suspensión a principios de marzo por la crisis sanitaria.

Los vendedores, no obstante, no estaban nada convencidos con la nueva ubicación del mercadillo y pedían volver a la calle Braulio Busto, entre la plaza de La Baragaña y la plaza Hermanos Helio, en la entrada al muelle candasín. "Aquí nos recortaron los puestos, no podemos entrar con las furgonetas y en días de viento va a acabar el género en el muelle", criticaban en corrillos mientras iban montando las estructuras metálicas que sustentan sus puestos.

El edil de Obras convenció a los vendedores para que instalasen sus puestos e ir modificando la ubicación de los mismos sobre la marcha para que estuviesen en las mejores condiciones. Sin embargo, muchos optaron por no sacar toda la mercancía. A otros, los que despachan alimentos, no les quedó otra opción que poner en venta sus productos perecederos para intentar salvar el día de trabajo. "Yo no voy a sacar la bisutería porque me vuelan los pendientes", comentaba uno de los vendedores.

El estrecho acceso de las furgonetas es otra de las desventajas del mercadillo en Les Conserveres. "Si se pone uno a montar su puesto, los que vienen detrás no pueden. No tenemos salidas suficientes para, si un día empieza a llover fuerte, poder desmontar rápido. En Braulio Busto hay varias salidas, aquí no", argumentaban. Precisamente, una furgoneta fue víctima de los difíciles accesos. Al intentar entrar en la parte alta para montar su puesto, le reventó una de sus ruedas. Por otro lado, la nueva ubicación tampoco convence porque para acceder hay un circuito cerrado en un único sentido. Así, se accedería al mismo desde la parte alta para luego bajar por un tramo de escaleras hasta una senda que conduce a la entrada principal -que quedaría cortada- desde la avenida Reina María Cristina. Luego, los compradores irían por la zona de las gradas y acabarían en la explanada principal de Les Conserveres para salir por el acceso que da a la avenida de la Constitución. "Una persona en silla de ruedas o con dificultades para moverse no puede venir. Tampoco entraría una ambulancia si se necesitase", razonan.

Los vendedores también critican que la edil de Urbanismo, Cecilia Tascón, no les dio más opciones que Les Conserveres. "Le propusimos ponernos en Braulio Busto al 50% y nos dijo que no. Le dijimos también que podíamos poner los puestos más pequeños, pero tampoco lo permiten. Ahora pintaron los espacios en el suelo sin tener en cuenta nada y sin consultarnos. No saben lo que es trabajar en un mercadillo", remarcan los afectados.

Ayer, después de cuatro meses parados, volvieron a instalarse en Les Conserveres por temor a que desde el Ayuntamiento les quiten el derecho a renovar la licencia del puesto para el año que viene. "Si faltamos cuatro veces al año al mercadillo sin justificar, ya no nos dejan renovar. Por eso venimos. Pero aquí, no se puede vender. La mercancía nos va a volar y los clientes tienen accesos difíciles", apostillan. Mientras, aguardan que la situación sanitaria mejore y que desde el Ayuntamiento se comprometan a que el traslado sea provisional. "Queremos que nos den por escrito que vamos a estar aquí un tiempo, no para siempre. Entendemos la situación por la que estamos pasando pero los vendedores de mercadillos siempre somos los primeros en cerrar y los últimos en abrir. Estamos más mirados que la gente que va a la playa o a las terrazas", comentan.