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FERMÍN RIAÑO | NUEVO PÁRROCO DE POLA DE SIERO

"En Asturias preocupa mucho el problema sobre el futuro industrial, el tener que irse fuera"

"La pandemia ha puesto el mundo en cuestionamiento, la gente está ganando en percepción humana"

Fermín Riaño.

Fermín Riaño (Sabugo, Avilés, 1960) aguarda en Gijón a que toque la campana para convertirse en el párroco de Pola de Siero. Por el momento, ayuda con las misas en la iglesia de San Pedro y en la de Navia, y reflexiona sobre lo que está por venir, sustituyendo a Juan Manuel Hevia a la cabeza de la comunidad religiosa sierense después de 30 años en la misión en el sudeste asiático.

- ¿Qué mundo se encuentra a su vuelta a casa, tras 30 años en Asia?

-Llegué hace un año ahora, justo el tiempo que tenía para reciclarme. Estar 30 años en Tailandia es mucho. Pasé tres meses en otoño en el centro internacional teresiano de Navia, en cursos sobre espiritualidad. El invierno lo pasé en Manresa, con lecciones sobre lectura creyente de este mundo. Después estaba preparado para irme a Roma para hacer un mes de teología, pero se cerró todo. Me quedé entonces en Avilés tres meses confinado. Pude leer, hablar por teléfono y sobre todo escuchar a unos y a otros. Todo esto, la pandemia, ha puesto un poco el mundo en cuestionamiento. Cuando estaban todas las respuestas dadas y correctas, esto nos ha cambiado las preguntas.

- ¿Qué dudas aprecia ahora?

-Yo creo que sobre todo para Europa nos hemos encontrado con la experiencia de la vulnerabilidad, de que somos más vulnerables de lo que pensábamos. Estaba trabajando y viviendo con gente que tenía lepra, sida, que habían pasado tsunamis. Volvía cada 3 años a Asturias, comentaba cómo era la vida allí y para la gente de aquí era sorprendente que pasasen por estas calamidades de enfermedades o catástrofes naturales. Ahora nos hemos dado cuenta de que una pandemia puede llegar a afectarnos aquí. Esto hace pensar a muchas personas sobre su proyecto de vida, como planteárselo y cuáles son las fases. Las relaciones personales, la familia, el hogar, la casa. Todo se daba un poco por conseguido, ahora te das cuenta que es importante. De no poder hablar con nadie, ahora la gente acerca su experiencia, desea hablar.

- ¿Se vuelve a valorar cosas que se daban por hechas?

-Sí. Incluso se replantea dónde está la felicidad. Creo que la gente está recapitulando que la felicidad igual está en visitar a un amigo, en tenerlo cerca. El poder vivir la familia y compartir alegrías y penas. Se está revalorizando mucho la solidaridad. Los ERTEs, el paro y las situaciones complicadas a nivel económico hacen que la gente piense en cómo compartir lo que tiene. Lo veo en Cáritas. También se reflexiona sobre la forma de atender a los ancianos, la gente se da cuenta de lo bueno que es tener al anciano en el hogar, no en una residencia donde no los puedes ver. La gente está ganando en percepción humana. Puede ser un momento para profundizar en estos valores humanos. Tanto activismo de bullicio hacia que esto quedara un poco olvidado.

- Pero da la sensación de que estas circunstancias también están creando crispación, ¿no?

-Sí, es cierto. Esta vulnerabilidad genera crispación en el trato y a la hora de caminar conjuntamente. Por otro lado, ves realidades como en Pola de Siero, como el Ayuntamiento que se une como con los realojados de Pumarabule o los proyectos de economía para el año que viene. Hay lugar para sacar cosas juntos, que se puedan ir entendiendo las personas en este tiempo es fundamental. La crispación se debe evitar, debemos salir de esto juntos todos.

- Ya que cita la Pola, me imagino que tiene ganas de llegar.

-Después de un año de esta manera, confinado, uno tiene ganas de encontrarse con las personas. Desde que salió el nombramiento un montón de personas han contactado conmigo, me han acogido con una llamada. He pasado también un par de veces por el pueblo y me he encontrado con muy buenas personas. El año pasado me tocó predicar un día la novena del cristo de Santa Ana y me pareció una comunidad muy viva y acogedora. Uno está ayudando a compañeros en un lado o en otro, pero deseando compartir la vida con las parroquias de la zona.

- ¿Qué les puede aportar?

-(Ríe a carcajadas) El vivir. La verdad es que lo que aportamos todos es eso. La experiencia de fe. Yo la he compartido con personas que no todas eran creyentes. Allí en Tailandia eran budistas y me acogieron muy bien. Aun siendo de una experiencia religiosa muy distinta, he tenido la oportunidad de encontrar lo que hay en cada uno de bueno, que es mucho. Me gustaría poder aportar tiempo para el encuentro, para la escucha y el diálogo. Esto que teníamos en Asia y que es por lo que más se nos reconoce. Esto hace falta también aquí, necesitamos gente que nos escuche. Una iglesia en salida hacia los otros.

- ¿Qué puede preocupar a la gente de la Pola?

-Yo creo que aquí en Asturias el problema sobre el futuro industrial es algo que preocupa mucho; el hecho de que tanta gente se tenga que ir fuera para tener un futuro. Por ahí hay toda una experiencia de vivir la fe. Por mi parte, aprecio y valoro que me puedan aportar como viven la experiencia de Jesús aquí. Vengo de hacerlo en Asia. Ver cómo ven ellos la fe, cuestiones como la problemática sobre la familia, como están llevando adelante la vida familiar, cuando ves que hay tantas personas a las que se les quiebra el amor. Una familia con esposo y niños es algo muy bueno que, por desgracia, no todos pueden vivir. En la parroquia, este mes que viene, se va a ordenar un chaval de diácono. El hecho de que una persona joven diga sí al misterio sacerdotal, hoy en día es un testimonio muy grande de fe. Hay muchas cosas de la vida que puedo ir descubriendo aquí y allí, entre los arrozales, era más difícil.

- Hubo mucha gente, especialmente los jóvenes, que querían la continuidad del anterior párroco, ¿qué les diría?

-Lo he hablado con personas distintas de la parroquia, incluida gente del catecismo y el grupo de jóvenes. Lo que les he dicho es que la comunidad es la protagonista de la vida de la fe. Los curas hacemos un servicio que sabe todo el mundo que es temporal, pero todo lo bueno que han vivido ellos a mí me gustaría que se pudiera mantener, alimentar y sostener. En la Pola hay muchas y muy buenas experiencias de creyentes. Muy distintas unas de otras y todas muy válidas. Desde la pobreza que tengo yo, me gustaría que encontraran un hermano que les pudiera echar una mano. Luego habrá que ver el día a día. Me pareció muy bueno que la gente hablara y contara esas experiencias positivas.

- A la vista de que el ateísmo avanza, especialmente entre los jóvenes, ¿qué idea tiene con los de la Pola?

-Yo ya los conocía. El año pasado cuando llegue participé en un campamento de Acción Católica. Me dio muy buena impresión ver un grupo de jóvenes que estaba con otros reflexionando sobre la vida y la fe. Me parece que es una realidad para apoyar. No es nada sencillo ser creyente hoy y ser miembro activo de la iglesia católica. Es muy bonito, muy duro y a veces tienes estas dificultades en el camino, como la de que se vaya un referente. Los veo con un ánimo muy grande y una fe cierta en Jesús, siempre con el apoyo de Juan (Manuel Hevia). Espero que su salida la vayan viviendo como que es una cosa que sucede, los curas nos vamos, el señor sigue ahí. Conmigo contarán para seguir el camino que iniciaron.

- ¿Hay ya fecha para su llegada?

-El día tres recibiremos los nombramientos de forma oficial en el obispado. A partir de ese momento, se irá preparando la llegada de los nuevos sacerdotes y la salida de los que cambian de destino. Será en septiembre, pero no sé en qué momento. Tengo estos días un encuentro con coordinadores de catequesis y con Juan Manuel Hevia, que me han invitado. Él enseguida se puso en contacto conmigo, también el arcipreste de la zona. Todos me han acogido muy bien.

Cuando se fue hace 30 años aquí no había restaurantes asiáticos, ¿le ha sorprendido encontrarse tantos a su vuelta?

-(Ríe a carcajadas) No se puede comparar. Ya no solo encuentras restaurantes asiáticos, sino comidas prefabricadas, ya he cogido alguna a un supermercado, estos fideos que hay. Pero como la fabada y el arroz con leche no hay nada. En Tailandia la leche no se puede utilizar porque no tiene lactosa. Ahora arroz con leche cae bastantes días. Ellos allí en Tailandia no lo creían. Nos están acercando a Asia muchísimo, hasta el mismo señor Jesús era asiático (ríe).

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