Lugones debía estar en plena celebración de sus grandes fiestas del año -con permiso de El Carbayu-, las de Santa Isabel. Sin embargo, como casi todo el calendario de festejos veraniego ha quedado reducido a la mínima expresión. Ayer fue el turno de la misa, con gran afluencia, vestidos de gala y el sermón de Joaquín Serrano, el párroco de la localidad: "Es una celebración sencilla y familiar de este Santa Isabel. Bienvenidos a esta típica fiesta en la que nos ha tocado vivir restringidamente la alegría", subrayó.

Durante sus intervenciones tuvo unas palabras para los que estaban en casa. "Para los que quieren ser visitados y no han podido serlo". Precisamente, se dirigió a ellos gracias a que la ceremonia fue retransmitida a través de la web por un móvil oportunamente colocado sobre un trípode frente al altar.

Algo que ya se está convirtiendo en tradición en las misas de Lugones, con bastante audiencia en internet. Eso sí, otras tradiciones hubo que abandonarlas. En esta ocasión apenas se vio bendición de embarazadas.

Al final, tras más de una hora de oficio, todos pudieron ir en paz, optando por celebrar un poco por las terrazas de las calles aledañas al templo. Alguna botella de sidra, pinchos de empanada y blancos para acompañar arroces, pusieron el punto festivo.

Obviamente, no pudo haber grandes verbenas como otros años y la localidad quedó tranquila ya a la tarde, a la espera del último evento que ha sobrevivido en el programa, el reparto del bollu. La respuesta vecinal ha sido muy buena y ya se han vendido unos 1.000 vales para recoger hoy el pan y la botella de vino, a partir de las 12.00 y hasta las 17.00 horas, junto al colegio La Ería.

Luego, la gente podrá disfrutar la comida en algunas terrazas, pero no acudir a comerlo al prao como solía ser habitual en otros años. A la espera de que 2021 traiga más suerte y pueda volverse al festejo normal y no al mínimo amago que permite la pandemia.