Jesusa Oliva, edil del PP de Siero, entró el pasado 27 de abril en el hospital con malestar. Tenía una infección bacteriana por estafilococos en las rodillas. La intervinieron en la zona para limpiar el problema. Sin embargo, ya le había alcanzado el corazón y sufrió un infarto. "Ya me daban por perdida", recuerda sobre su estancia "completamente sola" en la UCI. Pero no se dejó vencer y ayer por fin volvió a participar en un pleno municipal. "Nunca pensé en dejarlo, tengo mucha mala leche y seguro que por eso resistí", apostilla la concejala lugonense de 67 años.

Su intención es acabar el mandato, que ya empezó de manera tardía. Su desembarco en el Ayuntamiento vino de la mano de otra desgracia, el fallecimiento de José Aurelio Bodé, que le precedía en la lista de los populares. "Parece que nos ha mirado un tuerto", lamenta Oliva, que ya había sido concejala con Conceyu antes de pasar al PP.

Entretanto, y con Cristóbal Lapuerta ligeramente apartado por cuestiones personales, "Hugo (Nava) estaba llevando todo el peso y voy a intentar echarle una mano". Oliva es consciente de que no está "al cien por cien, como mucho al cincuenta", pero puede tomar parte en los plenos telemáticos y esta misma semana acudió en muletas a llevar una solicitud de información al registro de la Pola.

Reconoce haberlo pasado "muy mal y mi marido, incluso peor". Explica que tenía fiebre y malestar, "pensaron que era covid y al final se vio lo que tenía gracias a que mi marido se peleó para que me llevaran al hospital". Allí pasó momentos difíciles, en pleno estado de alarma: "Estaba allí sola y no tenía una mano a la que agarrarme, eso no debería ser así", concluye.