Cualquier persona con racionalidad normal se alegra de que las instituciones se empeñen en la defensa de valores democráticos. Siente satisfacción porque quienes no entiendan más fórmulas para mostrar sus ideales que la violencia, quienes se opongan a la convivencia con la coacción, la furia, el atropello o la agresión, quienes utilicen recursos militaristas para establecer un modelo de sociedad, conozcan el peso de la ley de un estado democrático.
Así que casi todo el mundo ve claro que se nos refresque la "memoria democrática" y que quienes hagan apología de sistemas dictatoriales sean sancionados. Pero la pena es que también hay amnesia democrática y hay quienes comparten mesa y mantel con aquellos que animaron a los que decidieron, pistola en la nuca, que sobraban ciertos ciudadanos, militares, policías, empresarios o políticos. Hay quienes comparten planteamientos con personajes que, apoyados en un sistema militarista, deciden que son los realmente "maduros". Otros deciden indultar a los que mediante la coacción y el atropello dividieron en dos la sociedad de su comunidad. Así que la racionalidad sale por pies cuando conviven memoria y amnesia democráticas, y si regresa es para gritar: ¡Esto qué es! Probablemente hay cosas que no están al alcance de gente normal y hay que hacerla idiota para que las entienda.
