El sentimiento general de los vecinos lo trasladaba ayer Leticia Villanueva, que vive en uno de los domicilios que da a la parcela donde estará el punto limpio. Ella tiene una hija de siete años y, como al resto, no le agrada que crezca con “una actividad molesta e insalubre al lado”.
De hecho, señala al parque y a donde comienza la senda por donde suelen ir a pasear: “No hay ni 20 metros hasta donde va a estar el punto limpio”. Villanueva teme que incluso “pueda generar la presencia de ratas y que haya delincuencia porque la gente vaya a robar cualquier material de los que se tiran”. Las comunidades de vecinos consideran que se les está “echando el muerto”, y plantean que se ubique en un suelo que no tenga viviendas cerca: “Podían hacerlo en Bobes o en la parcela que tenían en La Fresneda, y al final no se hizo”. Para tratar de bloquear la concrección de la iniciativa han convocado una reunión el lunes. Entonces valorarán posibles acciones a llevar a cabo, incluyendo la posibilidad de movilizaciones. La noticia del punto limpio parecía en principio positiva, ya que había demanda de este tipo de servicio, tanto en Pola de Siero como en Lugones, pero la proximidad a las viviendas genera resistencia en los residentes.