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El Matadero Central prevé aumentar sus líneas de negocio con la carne ecológica

El macelo, que crece impulsado por la exportación a países como Arabia Saudí, ha cuadruplicado su número de empleados desde 2017

A pesar de lo complicado de la coyuntura económica actual, las exportaciones de carne, sobre todo a Arabia Saudí y a algunos países centroeuropeos, están haciendo crecer al Matadero Central de Asturias, situado en Noreña. Así lo asegura el gerente del macelo, Luis Alberto Sánchez, confiado en seguir el sendero de la expansión gracias “a un nuevo contrato que acabamos de firmar para comenzar a sacrificar vaca ecológica, sin límites de cantidad”.

Las cifras avalan las tesis del responsable de la instalación. Cuando reabrió hace poco más de tres años contaba con una plantilla de 15 empleados, que ahora ha pasado a ser de aproximadamente el cuádruple: “Estamos teniendo entre cincuenta y sesenta trabajadores en función del momento”, señala muy satisfecho Sánchez.

Los números en lo que respecta a sacrificios semanales también han ido aumentando de manera constante, hasta situarse en más del triple de los que se efectuaron en el primer año de funcionamiento: “Ahora mismo matamos entre 800 y 900 ejemplares a la semana”, subraya Alberto Sánchez.

El factor clave de estos niveles de actividad al alza “es el incremento en la exportación”, explica el gerente. Optan por no trabajar tanto a nivel nacional mientras la demanda desde distintos puntos del mundo va aumentando; “El país que más nos está comprando es Arabia Saudí”. Otros lugares que demandan importantes cantidades de carne al macelo son Francia, Holanda y Marruecos.

Precios a la baja

“El único punto en el que nos está afectando la pandemia es que los países intentan negociar un poco a la baja los precios, pero tampoco nos genera mayor problema”, asevera.

Ahora, añade, quieren comenzar a sacrificar vacas ecológicas, las que tienen el sello del Consejo de la Producción Agraria Ecológica del Principado de Asturias (Copae). Acaban de firmar un nuevo contrato para trabajar con este tipo de animales. “Es un acuerdo muy bueno para nosotros, que nos va a permitir crecer todavía más”, abunda el gerente.

La idea es que “podremos matar este tipo de animales a todo lo que demos, sin límites de cantidad”. Algo en lo que incide mucho la gerencia del matadero, que se ha mostrado capaz de incrementar notablemente el ritmo de trabajo.

Como contrapartida, los costes de adquirir ejemplares de vacuno con el sello del Copae. “Nos sale entre 15 y 20 céntimos más caro, no es algo tan sustancial”, explica.

Mientras el macelo va a buen ritmo, el sector cárnico está sumido en un momento convulso. En los mercados los precios por kilo están bajando y las empresas transformadoras también están notando las consecuencias de la crisis por la pandemia.

La patronal del sector, Asincar, apuntaba semanas atrás que la industria cárnica asturiana afronta la campaña de Navidad “con preocupación e incertidumbre”. Especialmente por el impacto del cierre de la hostelería para el sector. El problema radica en que la mayoría de firmas cárnicas tienen su canal de comercialización en bares y restaurantes. La clausura de estos establecimientos, según la patronal, provoca “un efecto dominó sobre todos los eslabones de la cadena (ganaderos, intermediarios, mataderos) y tiene un impacto enorme sobre los productores.

Esta situación ya se vivió durante la primera ola de la crisis del coronavirus, con el confinamiento, cuando el cierre de los hosteleros “perjudicó gravemente a empresas comercializadoras de embutidos, carne fresca y productos cárnicos”. El sector calcula que un 80 por ciento de las empresas cárnicas vieron afectada su actividad económica.

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