Magia tras las mamparas en la recepción real de la Pola

Magia tras las mamparas en la recepción real de la Pola

Cuentan los niños de la Pola que “Papá Noel no se comió este año las galletas” que le pusieron en sus casas. Que le dejaron “mascarillas y gel hidroalcohólico” por si no los había traído desde el Polo Norte. Y piensan que los Reyes Magos no les pondrán en esta ocasión “tantas cosas como otros años”. Nada como la recepción de Sus Majestades navideñas, ayer, en Pola de Siero, para darse cuenta de la percepción que los más pequeños tienen de estos tiempos raros.

“Es un año especial”, comentaba el niño Martín Díaz, fanático de los Playmobil. El pide “una fortaleza y un barco vikingo” con figuritas. “Menos” que otras veces, porque, a sus nueve años, sabe que esto no es lo de siempre.

Se notaba en la plaza cubierta polesa, donde se celebró la recepción, que es un año muy distinto. Melchor, Gaspar y Baltasar bien separados, cada uno en un trono y en una zona bien alejada. Por las puertas entraban los pequeños, con sus padres. Les tomaban la temperatura y a esperar la cola en orden y guardando la distancia, hasta que llegase el turno.

Entendía bien la mecánica Óscar Benavides, a sus nueve años, ya veterano de las solicitudes a las majestades orientales. Aunque la experiencia no le bastaba para estar seguro de si su cambio de última hora en la carta se había hecho efectivo. “Vine a comprobarlo”, decía el pequeño, que modificó sus preferencias iniciales para acabar optando por una consola en vez de una pistola de ventosas. Brillaban sus ojos y los suspiros nerviosos se quedaban en el cristal entre el Mago y el niño, pues, como no podía ser de otro modo, este año las mamparas también han evitado el contacto directo con los Reyes.

Visitaban a Baltasar Nekane y Alejandro Pastrana, hermanos a los que les gusta jugar juntos. En la visita de ayer a los Magos de Oriente solicitaron dos patinetes: “Yo rosa” y “yo amarillo”, resumían ella y él, de cuatro y siete años, respectivamente.

Sigue siendo fechas entrañables, pese a todo. Porque queda ilusión, mucha, la de los pequeños. Aunque se den cuenta de que, este año, “no se puede pedir tanto” y que, igual, “los Reyes tampoco se comen esta vez las galletas”.