El conocido lagarero maliayés José Manuel Buznego Solís, de Sidra Buznego, falleció ayer, a los 96 años de edad, en el hospital de Cabueñes, en Gijón. Junto a su madre, fue el fundador de Sidra Viuda de Buznego, que posteriormente pasaría a denominarse únicamente con el apellido familiar, una vez el empresario tomó completamente las riendas del negocio en colaboración con un hermano. Su hijo, llamado también José Manuel Buznuego y con la misma profesión que su padre, le recordaba ayer con palabras de cariño y admiración.

El fallecido, explica su hijo, era el mayor de ochos hermanos. Su padre murió muy pronto, cuando él apenas tenía 16 años, lo que le obligó “a sobreponerse a la adverdidad y trabajar para poder permitir que sus hermanos estudiaran, diría que se sacrificó por ellos”.

Optó por el mundo de la sidra, donde ya tenía antecedentes familiares. No en vano, “su primo, Joaquín Buznego tenía el llagar más importante de la época”. Él comenzó a producir en torno a 1932 en El Fonduxu, parroquia de Arroes (Villaviciosa), allí donde había nacido.

Entre las anécdotas que siempre contaba de aquellos años nunca faltaba “cuando le venían a repartir con camiones de eje de cadenas y ruedas de hierro o cómo iluminaban las instalaciones con luces de carburo”. Una que le gusta especialmente a su hijo es la del adolescente Buznego Solís yendo “en bicicleta hasta Gijón, con dos botellas de sidra a la espalda, para coger desde ahí el tren a Sama y dar la prueba”.

El relato de su hijo incluye el momento en el que él mismo le dijo a su padre que quería empezar a trabajar con él. “Le dije que no me gustaba estudiar, nunca me había gustado y que me quería meter con él en la bodega”, explica. Ahí aprendió el oficio junto a un referente, “lo que supuso y sigue suponiendo para mí un verdadero orgullo”, subraya.

Finalmente, fue cogiendo la responsabilidad de la empresa, junto a un primo. “Luego cada uno ya fue por su propio lado, y yo me fui y monté otro llagar”, explica el hijo del fallecido.

Comenta asimismo que, su padre, a pesar de su avanzada edad, “nunca dejó de pasarse por las bodegas, aunque en los últimos tiempos lo hiciera menos”. Ya estaba cansado, “y eso que mantuvo el carné de conducir hasta los 93 años y todavía iba a tomar unas sidras a los bares de por aquí”.

Con aquí, se refiere a El Fondoxu, una localidad que marcó la vida de Buznuego Solís. “Nunca se movió. Es cierto que estaba muy a gusto, pero yo creo que también tiene que ver con un sacrificio. Quedarse con su madre, trabajar y permitir que sus hermanos tuvieran una carrera, que estudiaran”, abunda su vástago.

Sobre el carácter de su padre, lo tiene muy claro. Indica que “el gen de los Buznego estaba muy presente en él y siempre fuimos necios, pero nobles”, cuenta. Eso sí, aprecia que su forma de ser también fue cambiando con el tiempo: “Se volvía cada vez más simpático y amable. Seguramente tuviera mucho que ver con lo que había pasado en su juventud”.

El último adiós al conocido lagarero está previsto para mañana, miércoles, a las 12 de la mañana, en Cabueñes, Gijón.