“No soy ningún asesino. En ningún momento quise acabar con la vida de Adrián. Estaba muy borracho, esa es mi verdad y no me la va a negar nadie. Nunca quise que pasase eso, y ojalá no hubiera pasado”. Brayan Tuero utilizó su derecho a la última palabra para volver a disculparse por haber matado a puñaladas a Adrián Gancedo a la salida de una discoteca en Villaviciosa en noviembre de 2017. Lo hizo por vía telemática, desde el Centro Penitenciario de Asturias, donde cumple la condena de 17 años impuesta por la Audiencia Provincial y que ayer se sometió a revisión por la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA).

La defensa trató de demostrar que Brayan Tuero, que ahora tiene 23 años, no actuó con alevosía sobrevenida, pero sí bajo la influencia del alcohol y estando a tratamiento tras años consumiendo drogas, además de haber fumado marihuana. El objetivo de su recurso es que la condena sea por homicidio, y no por asesinato, y que se aplique la atenuante por tener su capacidad volitiva “algo” afectada. Tesis totalmente contrarias a las de la Fiscalía y las acusaciones particulares, que defendieron que se mantenga la sentencia dictada por la Audiencia Provincial tras el veredicto del jurado popular.

La defensa alegó que no hubo alevosía sorpresiva puesto que cuando Adrián Gancedo recibió las tres puñaladas mortales ya había habido dos peleas previas, una a puñetazos y patadas, y luego otra en la que Brayan Tuero ya le había clavado por la espalda tres veces una navaja de grandes dimensiones. Entre este apuñalamiento por la espalda y el frontal, con resultado de muerte, mediaron escasos metros y tiempo, con lo que no hay que entenderlo como un nuevo episodio, sino que se produjo toda la acción en el mismo.

El letrado también rechazó que Adrián Gancedo Solares, de 34 años, no hubiera podido defenderse porque no había visto la navaja. “Debe concurrir que mi representado ocultara la navaja y que la víctima no hubiera sentido los primeros navajazos”, lo que según la defensa es “absurdo en relación con los acontecimientos y las pruebas”. Y añadió que no es posible, según los forenses, que la víctima no se enterase de que tenía tres navajazos profundos.

Otro de los aspectos recurridos por la defensa es que la víctima estaba en situación de desvalimiento, porque según él “debía estar en situación de alerta tras haber recibido tres puñaladas previas”. En definitiva, “que no existió un ataque sorpresivo ni Adrián Gancedo era una persona desvalida que no pudiera defenderse”, por lo que el letrado solicitó a la Sala que se revoque la sentencia.

La Fiscalía y las acusaciones particulares unieron criterios y defendieron la sentencia en los términos dictados por la Audiencia Provincial. Los tres primeros navajazos dejaron a Adrián Gancedo “malherido y aturdido” y con escasas fuerzas para defenderse, y más tras la paliza propinada previamente por Tuero y sus amigos. También coincidieron en que, tras recibir las tres primeras puñaladas, la víctima se levantó aturdida, sin darse cuenta de que sangraba y fue entonces cuando de manera sorpresiva Brayan Tuero volvió sobre sus pasos y lo apuñaló mortalmente mientras le decía “toma, toma y toma”. Y todo ello sin que Adrián Gancedo le hubiera provocado, ni siquiera se hubiera dirigido a él.