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La Pola pone Asturias en el mapa nacional del cóctel

Berto Díaz se cuela en la lista World Class de las mejores compuestas de España mezclando gochu, whisky y escanciado

Berto Díaz, preparando su cóctel ayer en Pola de Siero. | A. I.

El gochu, el whisky y la mano del poleso Berto Díaz se han unido para poner a la coctelería asturiana en el mapa desde Siero. El hostelero lo hace con fermentaciones complejas y una suma de gastronomía y bebida que le sitúa dentro de los sesenta mejores del “Oscar del cóctel”, la lista World Class. Díaz lo cuenta muy orgulloso porque en solo cinco años, los que hace que prepara estas compuestas en su bar, El patio de butacas, ya toca con los dedos la cima del sector: “Somos, no solo el único de Asturias en la lista, sino también de las comunidades vecinas. Ni Galicia, ni Cantabria, ni Castilla y León tienen representantes en el ‘ranking’”.

Nunca se había presentado, pero esta vez su socia Tania López y él lo tenían claro, había que intentarlo, trasladar su locura a una bebida que conquistara no solo paladares, sino oídos.

La gloria llega después de malos momentos, cuando se vieron obligados a preparar en otro de sus locales sándwiches para llevar. “Hacíamos un bocadillo con panceta cocinada a baja temperatura. Nos decía el cocinero que sobraban tres litros de salsa siempre y no queríamos desperdiciarlo”, explica Díaz. Y lo usaron para preparar un “cordial”, una base con potente sabor a cerdo, mezclado con alcohol y sabores ácidos. Para hacer su bocadillo faltaba el pan, elaborado con cerveza negra y chocolate. “Lo empapamos y lo dejamos remojar”. Mezclando el “cordial”, el fermentado de pan y el whisky, se formaba una mezcla muy gaseosa. ¿Solución? Escanciarlo, airearlo a la manera asturiana. Lo último fue la decoración, muy valorada en el mundo de la coctelería. La hacen con un hielo en forma de peonza, un gochu de chocolate con relleno de panceta. El resultado es una explosión de sabor salino que conduce a los altares de la coctelería. Tan complicado y tan hábil, que Díaz lo prepara y lo cuenta en cinco minutos. ¡Ojo al dato!, que diría otro embajador asturiano de lo suyo.

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