Una brotación floral elevada que augura una buena cosecha. Así están las plantas de kiwi en el centro de la región, influenciadas también por las horas de frío acumuladas en los pasados meses de diciembre y enero, que están haciendo que las plantaciones se preparen en óptimas condiciones con vistas a la cosecha de este año, que se recogerá el próximo mes de noviembre. “Este año hay un elevado brote. Andaremos sobre un 60 por ciento de brotación cuando lo normal es que alcance entre un 45 y un 50 por ciento”, explica Ignacio Cavanilles, ingeniero agrónomo de las plantaciones de Alejandro Lechado, con base en Pravia.

En la producción de 18 hectáreas que tienen en la vega de Forcinas, se aprecia la gran brotación floral, auspiciada por las horas de frío acumuladas en invierno que, además de ser un gran higienizante vegetal, favorece que se den más kiwis. Eso sí, Cavanilles detalla que no todos los botones darán flor, ni por lo tanto fruto, pero igualmente es “un gran indicador de que 2021 puede ser un buen año para los kiwis”. Precisamente, el calor del invierno de la temporada 2019-2020 mermó en torno a un 30 por ciento la producción recogida a finales del año pasado.

Por eso las jornadas de frío de los meses anteriores dieron ánimos a los kiwicultores que, ahora, ven las cañas de las plantas llenas de botones florales. “Estamos viendo que hay bastantes yemas. Otra cosa es que nos venga una helada ahora y fastidie algo”, advierte Ángel Cuesta, el primer kiwicultor de Asturias, con producciones en las vegas de Peñaullán y Repollés, en Pravia. Por eso, estarán muy pendientes hasta que la primavera alcance temperaturas más altas. Pero, con todo, el sector rebosa optimismo.

Los terrenos de Forcinas que lleva Cavanilles han dado por primera vez kiwis ecológicos en la pasada campaña, después de cuatro años en transición para transformar el cultivo convencional en una producción ecológica certificada por el Consejo de la Producción Agraria Ecológica del Principado de Asturias (Copae): “Es sencillo y difícil a la vez, requiere un cambio de mentalidad muy fuerte”, afirma.

Según detalla el ingeniero agrónomo, hay que centrarse en el suelo, que debe estar sano, fértil y oxigenado. “Es otro concepto de agricultura. Antes abonábamos la planta y ahora abonamos la tierra, siempre empleando abonos que no procedan de la síntesis química”, explica. Por ejemplo, nitrógeno orgánico o potasio natural. En cuanto a los tratamientos para evitar enfermedades en las plantas, también están prohibidos. Pero el kiwi pasa de largo porque, por suerte, no sufre apenas plagas en el Bajo Nalón. “El cobre se puede usar pero cada vez está más limitado y pienso que será prohibido en el futuro”, añade.

Ha cambiado el manejo de los cultivos, pero también los costes de producción, que son ahora más altos al requerir el uso de productos ecológicos, con mayores precios en el mercado. Y el rendimiento por hectárea también es “sensiblemente” más bajo: una hectárea convencional tiene una carga de 25.000 a 30.000 kilos anuales, frente a los 20.000 a los que puede llegar en ecológico. “En el futuro espero aumentar el rendimiento. Tenemos una apuesta clara por la producción ecológica, estamos transformando todas las plantaciones”, concluye.