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A los hosteleros de Noreña no les salen las cuentas del Picadillo

Los profesionales del sector se quejan de que “perder las cenas” ha condicionado la facturación

Por la izquierda, Rubén Soriano, Pablo Prieto, Iván Soriano, Manuel Argüelles, Borja del Río y Elías Fanjul, comiendo picadillo en Noreña. | A. I. A. ILLESCAS

No han sido las mejores fiestas del Picadillo y el Sabadiego para los hosteleros de Noreña. Reconocen que las ventas han estado muy lejos de las ediciones anteriores, principalmente debido a las restricciones de aforo y horario, y porque han “perdido las cenas, lo que ha condicionado mucho la facturación”. Esto ha se traducido en caídas superiores al 50% en las ventas de bares y restaurantes respecto a 2019. “Al menos estamos mejor que el año pasado”, resume la hasta ahora presidenta de los hosteleros de Noreña, Maite Martínez, que justo ahora deja el cargo.

Para ella, las fiestas “han estado bien dentro de lo que se pudo. Aún llenando se ha vendido sólo un 30%, ya que los servicios de cenas están en mi caso anulados, porque a las nueve tengo que cerrar”.

Otro importante inconveniente es la limitación de cuatro personas por mesa, lo que también le ha privado de beneficios. “Pasa que, cuando tienes 5 o 6 personas, te obliga a ocupar dos mesas, con lo cual el local se llena enseguida”. La nota positiva, según destaca, es que “hubo mucha participación y el Ayuntamiento amenizó con actividades y espíritu festivo”.

El hostelero Héctor Cueto ya vaticinaba que no sería la gran fiesta que se recordaba de otras ocasiones y, a posteriori, considera que ha acertado: “Lo esperado, mejor que un fin de semana de los de ahora, pero mucho peor que el picadillo de los años anteriores a la pandemia”, resume.

Y añade Cueto que, si bien llegaron a llenar el local, “no se llego a dar las dos vueltas a todas las mesas”. El día “más animado” fue el domingo, pero “no hubo esa afluencia que no te permite dar de comer a todos o tener a mucha gente sin mesa”, asevera.

Cueto insiste en algo ya señalado por Martínez, la ausencia del turno de cenas, que, en su caso, aportaban una facturación importante los días festivos, con los conciertos de las orquestas.

Balance bueno

Otro de los afectados por el cierre tempranero al que obliga el toque de queda, es José Carlos Baragaño “Liti”. Sin embargo, su balance es bueno. Habla el hostelero de “unas fiestas positivas”.

A su parecer, la gente “tuvo ganas de salir, pero no hubo ningún problema, más allá de algunas aglomeraciones puntuales”. Además, Baragaño ensalza el trabajo de los cuerpos de seguridad, controlando que no hubiera problemas y se respetara la normativa: “La Guardia Civil y la Policía Local estuvieron intentando poner orden y controlando las mesas. En resumen diría que fueron positivas”, concluye.

Lo cierto es que la animación en la localidad fue total, especialmente el sábado, cuando la Banda de Música repartió 500 bollos preñaos a sus socios y los Gascones animaron el vermú multitudinario. También fue exitoso el concierto de la tarde, con “Sil Vicius y Alvarón Dandy”.

Algo más tranquilas fueron las otras dos jornadas, el domingo y el lunes, cuando incluso hubo establecimientos de restauración que no llegaron a llenar en el turno de comidas. Pasado el festejo, en el horizonte están ya las fiestas del Ecce Homo, a finales de verano, cuando se espera que las restricciones sean menores y los vecinos puedan dar rienda suelta a sus ganas de celebrar.

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