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El “Vaporín” sale a flote en Vigo

El “San Esteban”, el barco de acero en activo más antiguo de España, abandona Asturias para ser recuperado como patrimonio industrial en Galicia

El “San Esteban”, a su llegada al muelle de Bouzas. EFV

Sus rotundas formas marineras llaman la atención. Aun sin el puente, fabricado en madera y retirado a un lado, el casco luce imponente con la chimenea que otrora sirvió para expulsar el humo y los gases del motor a vapor que impulsó la nave durante más de 60 años. Las reparaciones que se están realizando dejan entrever todavía el nombre del barco en la popa: “San Esteban”. Y, debajo, una fecha: 1902. Se trata de un remolcador que es patrimonio industrial español al tratarse del barco de acero en activo más antiguo de España.

Casi 120 años de historia que le llevaron de la Inglaterra que lo vio nacer al Cantábrico y, en concreto, al puerto asturiano de San Esteban de Pravia, donde fue testigo y actor del desarrollo económico de la localidad, alimentado por el carbón. La historia del buque descansa hoy en el muelle de reparaciones de Bouzas (Vigo), donde está siendo recuperado para seguir navegando con seguridad tras varios años arrumbado, primero en su antiguo puerto base –San Esteban– y sucesivamente en Avilés y Gijón. La joya naval, a la que Asturias dio la espalda, sale a flote en Vigo en busca de una segunda vida que le permita acrecentar su leyenda.

El “San Esteban”, en Vigo, con el puente desarmado y el casco de acero en proceso de reparación. EFV

El remolcador, de 16,8 metros de eslora, fue concebido como barco de pesca cuando se construyó en el astillero Philip & Son, a orillas del estuario del río Dart, en la localidad inglesa de Dartmouth (condado de Devon). Botado con el nombre de “Venture”, en 1907 fue vendido a España y pasó a manos de la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco-Asturiana. Al puerto de San Esteban llegó en los años 20 y allí comenzó a operar como remolcador, forjando también su relación de amor con el pueblo, cuyos habitantes le apodaron cariñosamente “Vaporín”. El barco fue durante años el que tuvo el privilegio de llevar a bordo en la procesión marinera a la Virgen del Carmen el día de su fiesta.

En activo hasta finales de los años 60, década en que su motor de vapor fue reemplazado por otro diésel, el barco comenzó a pasar de mano en mano por las diferentes administraciones locales hasta 1998, donde una sociedad formada por entusiastas del patrimonio industrial y los barcos antiguos decidió rescatarlo casi a última hora de su más que probable desguace y desaparición.

El barco, durante su pasada estancia en Gijón. | Marcos León

La Sociedad Protectora del Remolcador de San Esteban, formada, entre otras personas, por el ingeniero naval y gerente de Sidra El Gaitero José Cardín, se hizo con la unidad, según se dice por “una cantidad simbólica”. En aquel momento sus nuevos dueños decidieron darle una segunda vida al barco, que no volvió a tocar agua hasta el 31 de julio de 2003, cuando regresó a San Esteban remozado y con una imagen lo más fiel a su estado original, según explican desde el Club Náutico San Esteban.

Sin embargo, poco tiempo después el barco dejaría el puerto al que debe su nombre por el de Avilés dado el alto coste de amarre que soportaba. Volvió a navegar en contadas ocasiones (como para dar la salida de la regata “Volvo Ocean Race” en 2005, algún concierto a bordo o participar en procesiones del Carmen), todas sin ánimo de lucro porque así lo querían sus dueños. Y de ahí, a Gijón, donde estuvo hasta este año.

Vigo, adonde llegó por carretera, es desde hace pocos días el nuevo hogar del “Vaporín”. Allí está siendo restaurado con calma y con un cierto misterio tanto sobre sus dueños actuales, que ya no son asturianos, como sobre el futuro que le aguarda. Lo que sí ha podido saber “El Faro de Vigo”, periódico del mismo grupo editorial que LA NUEVA ESPAÑA, es que no se contempla bajo ningún concepto el desguace o el cambio radical del “San Esteban”. Tampoco que vaya a finalizar de adorno en una rotonda. Todo lo contrario. El objetivo es que vuelva a lucir y probablemente a navegar como antaño, ciñéndose al diseño original inglés en la medida de lo posible y sirviendo como historia viva naval e industrial. ¿Finalizará en un museo? ¿Será un exponente más del tan de moda turismo industrial? Su vuelta a la vida ya ha comenzado en Bouzas. Y no son pocas las miradas que atrae.

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