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La Villa exporta a Madrid su técnica de “agricultura sin tierra”

Carlos Menéndez, vecino en Villaviciosa, enseña su sistema de hidroponía en centros educativos de la capital de España

Carlos Menéndez, con su hijo Carlos, en su finca maliayesa. | V. A.

El cultivo hidropónico de hortalizas que no necesita tierra, apenas agua y energía y tampoco requiere muchos cuidados está cada vez más en auge y aunque pudiera parecer una técnica moderna es de lo más ancestral. Para el vecino maliayés Carlos Menéndez, que a raíz de su jubilación en Madrid se instaló en Villaviciosa junto a su esposa, Ángeles Gutiérrez, experimentar con este tipo de cultivo de “agricultura sin tierra” se ha convertido en la mayor de sus aficiones y un entretenimiento de lo más gratificante. Además, ha creado un colectivo nacional dedicado a compartir experiencias al respecto. La suya y el saber acumulado a lo largo de años también los traslada a alumnos madrileños interesados en conocer todo lo que concierne a este tipo de plantaciones.

Una de las mayores satisfacciones que tiene ahora Carlos Menéndez con su afición, confiesa, es su colaboración con los centros de educación especial del Grupo Envera en Madrid, en los que está participando, junto a otros expertos como José Luis Córdoba y Jesús de Frutos, en proyectos de instalaciones hidropónicas en Colmenar Viejo y Barajas. “Se trata de que los alumnos experimenten, practiquen y se entusiasmen con el cultivo de este tipo de plantas. Está siendo para mí una experiencia muy gratificante ver cómo los participantes se entusiasman y disfrutan viendo las plantas crecer. Pero sobre todo se trata de colaborar con estos centros que, entre otros muchos cometidos, tratan de dar formación e integración sociolaboral a personas con diversidad funcional”.

Menéndez se muestra así encantado y agradecido de esta labor de voluntariado aportando sus conocimientos sobre uno de los tipos de cultivo de futuro. “Hace diez años descubrí este sistema de cultivos que se realizan en agua y no utilizan la tierra para cultivar distintas variedades de hortalizas. Y comencé a experimentar con una pequeña instalación en una pumarada de Lugás donde conseguí cosechar cientos de lechugas. Ahora he preparado un sistema mucho más moderno, donde he mejorado la parte técnica en una finca en Tornón junto a la ría, gracias a que me la ha cedido mi gran amigo Ángel Solares al que estoy muy agradecido”, explica.

Gracias a los conocimientos de Menéndez en tecnología industrial, el nuevo equipamiento es de lo más completo y productivo. “Es una estructura elevada del suelo compuesta por unas canaletas por las que circula una película de solución nutritiva para alimentación de las plantas. Cuenta con un depósito para recoger agua de lluvia que recircula con la ayuda de una minibomba alimentada a su vez por un panel solar”, detalla sobre la creación de su propio huerto hidropónico.

Carlos Menéndez, con su hijo.

Trabaja con la ayuda de su esposa Ángeles Gutiérrez. Para ellos lo principal es que es una ocupación de lo más entretenida y la cosecha además de para consumo propio es compartida con familiares y vecinos maliayeses. “Hasta ahora hemos conseguido cultivar variedades de lechuga como la rizada, mantecosa, hoja de roble roja o lollo rosa. También rúcula, canónigos y acelgas, todas de muy buen sabor. Pero lo que mejor se está dando en estos momentos son judías verdes y pimientos del padrón. Ahora tenemos 200 plantas pero llegamos a tener 600 a la vez. También cultivamos plantas aromáticas como, salvia o hierbabuena”, cuenta Menéndez.

A su juicio es un método que tiene, entre otras ventajas, la capacidad de acortar el ciclo de cultivo y “se pueden obtener varias cosechas al año, producir vegetales de rápido crecimiento, mayor tamaño y muy buena calidad”.

Además, se reduce en gran medida la contaminación del medio ambiente, ya que “al no tener contacto con la tierra no es necesario el uso de tratamientos fitosanitarios”, explica sobre la novedosa plantación y dispuesto a compartir sus experiencias con todo aquel que esté interesado.

En los últimos días, Menéndez cuenta con la colaboración en los trabajos de la plantación de su hijo Carlos, que pasa unos días de vacaciones en Villaviciosa y quien también ha puesto en marcha la experiencia en la terraza de su piso en Barcelona. “Tengo un kit hidropónico doméstico para veinte plantas, y cultivo desde hace cinco años lechugas hoja de roble y cogollos de Tudela. He llegado a cosechar 150 piezas anuales para consumo propio que están buenísimas, con un sabor a lechugas muy naturales”. Con ese kit, explica el hijo de este vecino de Villaviciosa, se puede cultivar en cualquier lugar, ya sea una vivienda al uso, un patio o un jardín.

Detalle de los cultivos solo con agua.

Carlos Menéndez padre dice que este tipo de cultivo está cada vez más implantado, hasta “en muchos restaurantes de alta cocina o empresas de catering de Madrid o Barcelona que ya cuentan con su propia instalación personalizada de hidroponía para cultivar fundamentalmente plantas aromáticas y verduras”. En especial los están utilizando, detalla este experto, para lograr una lechuga “gourmet” de la nueva variedad holandesa “Salanova”, que “está muy de moda por su calidad y sabor y que es muy apreciada actualmente en restauración”.

Este aficionado a la naturaleza, al campo y a los cultivos asegura que este es un hobby muy entretenido que recomienda a todo el mundo que quiera probar.

Actualmente, comparte sus experiencias desde hace tres años en un grupo de aficionados que ha impulsado a nivel nacional. “Intercambiamos información y conocimientos y hay participantes de Huesca, Navarra, Bilbao, Madrid, Málaga, Barcelona y por supuesto de Asturias.”.

Asegura asimismo Menéndez que, además de recibir consultas desde todos estos y otros lugares de España acerca de los secretos del éxito del cultivo hidropónico, también nos llegan de otros países, sobre todo de Latinoamérica donde este es un tipo de cultivo muy popular”.

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