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Tocar tiene mucha historia en Candás

Los alumnos de la Colonia Musical de Carreño disfrutaron ayer conociendo instrumentos de gran antigüedad de la mano del experto Abraham Cupeiro

Lo asistentes a la clase magistral, ayer, en Candás. | | BORJA GARCÍA

Trabajar a partir de una referencia, descubrir un instrumento histórico e intentar reproducirlo en la actualidad. Esa es una de las pasiones de Abraham Cupeiro, músico gallego que se entrega con pasión a la construcción de instrumentos y que ofreció ayer una charla en la Colonia Musical de Carreño ante más de 50 alumnos, en la que explicó y mostró instrumentos característicos desde el Paleolítico hasta la actualidad. Desde una flauta de huesos de hace 50.000 años o una caracola de hace 20.000 hasta una trompeta vinculada con Nueva Orleans, pasando por la Edad de Hierro o por los tiempos de Luis XIV. Todos esos instrumentos y alguno más sonaron ayer en la Fábrica de Ortiz.

Un peculiar viaje por el mundo de los sonidos que vivieron en primera persona los asistentes a la Colonia Musical de Candás, en la que Abraham Cupeiro realizó una masterclass explicando instrumentos desconocidos para el gran público: la mayoría de ellos fueron construidos por él mismo y otros muchos fueron adquiridos durante sus viajes por el mundo. “A través de los instrumentos de viento hemos recorrido la Historia desde el Paleolítico hasta nuestros días”, explicaba tras la clase magistral.

Uno de los instrumentos que más llama la atención en ese recorrido y con los que más se vincula a este polifacético artista es el karnyx, originario de la Edad de Hierro y atribuido a los celtas. Uno de los pocos que hay en el mundo es el que ha construido Cupeiro con sus propias manos, basándose en una antigua moneda de sestercio romano para darle la forma de un tubo largo de metal de casi dos metros de longitud finalizado con forma de cabeza de animal salvaje.

Los alumnos se interesaron asimismo por el duduk, un instrumento típico armenio con aspecto de flauta de madera que cautiva por su sonido singular, como explica David Colado, Director de la Escuela de Música: “Ofrece una canción más lenta, más melancólica y esa es la que más transmite, la que más emociona”. Porque la emoción, coincide Cupeiro es lo que marca el recuerdo: “buscamos que los chicos puedan aprender y sobre todo emocionarse. El proceso de la emoción es sumamente importante en el aprendizaje”.

Los cuernos, al más puro estilo vikingo, también llamaron la atención, casi tanto como las dos pajitas de plástico con las que el gallego demostró que con poco se puede hacer buen sonido. Una lección histórica que suena a música.

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