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El shitake se cultiva en los bosques de Grado: “La humedad es muy importante"

La geóloga moscona Sandra Tronco impulsa un negocio con la seta asiática en El Bondéu “porque quería gestionar mi tiempo”, indica

Sandra Tronco, en El Bondéu (Grado), junto a los maderos en los que crecen las setas. | S. Arias

Emprender para conciliar. Es el camino que ha recorrido la moscona Sandra Tronco, quien ha impulsado una producción de la variedad de setas de origen asiático denominada shitake en un bosque de El Bondeú, en Grado. Esta geóloga de profesión decidió dejar de trabajar un tiempo al tener a su hija Llara y, por casualidades de la vida, terminó metida de lleno en el universo micológico, en el que está haciéndose hueco con cosechas graduales y sensatas, “sin ir a lo loco. Quiero ir despacio porque es un producto fresco que exige unas condiciones de calidad muy altas”, explica.

Todo comenzó en el parón laboral que dio al convertirse en madre, cuando acudió con su padre a uno de los cursos micológicos que organiza el Ayuntamiento de Grado en la Casa de Cultura. “Estaba en un momento en el que quería empezar a ver qué quería hacer pero no sabía qué y coincidió que hice el curso de micología y, de esta manera, conocí el cultivo de shitake. Después, poco a poco, fuimos diseñando el proyecto, porque tenía claro que quería gestionar mi tiempo”, detalla.

Así, comenzó la búsqueda de terreno. Necesitaba árboles y una fuente cercana de agua para el desarrollo óptimo de esa variedad micológica. Y fue, sin duda, una de las partes más complicadas del proceso, admite. Hasta que, finalmente, dio con casi dos mil metros cuadrados de bosque asturiano, donde ha construido las instalaciones para el cultivo de shitake y donde también han hecho una cabaña de juegos para la niña. Así es como Sandra Tronco concilia trabajo y vida familiar.

Ejemplares de shitake producidos por Sandra Tronco en El Bondéu. | S. Arias

Todo comenzó en el parón laboral que dio al convertirse en madre, cuando acudió con su padre a uno de los cursos micológicos que organiza el Ayuntamiento de Grado en la Casa de Cultura. “Estaba en un momento en el que quería empezar a ver qué quería hacer pero no sabía qué y coincidió que hice el curso de micología y, de esta manera, conocí el cultivo de shitake. Después, poco a poco, fuimos diseñando el proyecto, porque tenía claro que quería gestionar mi tiempo”, detalla.

Así, comenzó la búsqueda de terreno. Necesitaba árboles y una fuente cercana de agua para el desarrollo óptimo de esa variedad micológica. Y fue, sin duda, una de las partes más complicadas del proceso, admite. Hasta que, finalmente, dio con casi dos mil metros cuadrados de bosque asturiano, donde ha construido las instalaciones para el cultivo de shitake y donde también han hecho una cabaña de juegos para la niña. Así es como Sandra Tronco concilia trabajo y vida familiar.

La joven tampoco imaginó nunca que su apellido daría nombre a su negocio, De Tronco. Y es que las setas shitake crecen en maderos de roble y castaño, cuyo desarrollo comienza más o menos en el mes de marzo. Es ahí cuando se hacen unos agujeros a los leños, habitualmente de restos de podas y limpiezas de montes, “que no sean muy grandes ni pesados para poder manejarlos”. Luego, se inocula el micelio en los huecos, que después se tapan con cera de abeja. Por último, se colocan los troncos en pilas, donde permanecen durante un año. Y Asturias es un territorio ideal para su producción por las condiciones climáticas que ofrece, “parecidas en humedad y temperatura a las de Japón”, destaca.

Al año, cuando las cabezas de los tronchos muestran un color blanco –signo de que el hongo ha colonizado la madera–, se meten en una balsa de agua que equivale a una tormenta de fuerte aguacero en el medio natural para llevarlos luego a una sala totalmente sellada para evitar la entrada de animales, donde se depositan para que broten las setas. “Depende de la temperatura pero de un lote de 50 troncos saco entre cinco y seis kilos de shitake, aunque varía mucho porque es un proceso natural que no se puede controlar como los procesos industriales”.

Por ejemplo, en los meses de otoño e invierno, en los que los árboles del bosque pierden la hoja, el ambiente se torna más seco y, por tanto, puede producir menor cantidad de hongos. “La humedad es muy importante en el cultivo, es lo que determina la producción”, apunta Tronco, muy satisfecha con la decisión de emprender su propia empresa, sobre todo, por estar vinculada a la naturaleza.

De momento comercializa las setas que obtiene en un negocio y en un restaurante de la villa moscona. Pero ya está en buscando nuevos clientes pues el próximo año doblará la producción con unas setas shitake que fueron inoculadas en los troncos el pasado mes de marzo. También vende los hongos a algún particular entre sus conocidos pero su intención es crecer a un ritmo controlado que le permita organizar su tiempo para compatibilizar su dedicación al negocio con la crianza y cuidados de su hija.

“Me tocó salir al mercado laboral cuando la crisis de 2007 y tuve muchos trabajos, la mayoría relacionados con el medio ambiente, pero no tanto de geología. Cuando estábamos en Cantabria decidimos venir a Asturias porque yo siempre quise volver a Grado, y fue cuando decidí estar un tiempo sin trabajar”, recuerda. Ahora lleva dos años totalmente implicada en el negocio del shitake, feliz de poder organizar su tiempo, consiguiendo una libertad que le sirve para disfrutar de los suyos. Incluso cuando está en el tajo.

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