Si el bonito es el rey del verano, el calamar de potera puede que sea su príncipe en Asturias. Su forma de captura artesanal, uno a uno, con paciencia y pericia, lo convierte en uno de los frutos del mar más cotizados de la temporada estival. Pero este año han brillado por su ausencia, como señalan los pescadores del puerto de Tazones, en Villaviciosa, una de las localidades que mantiene aún una férrea tradición de pesca de calamar y chipirón de potera.

No hay más que echar un ojo a su muelle durante los meses de verano, donde se puede apreciar que las embarcaciones profesionales de bajura no llegan a la decena, y sin embargo las pequeñas lanchas de lista séptima dedicadas a la pesca de recreo –principalmente de estos cefalópodos– suman más de veinte. Los aficionados al arte de la potera son, en su mayoría, marineros jubilados que siguen tan vinculados a la mar que cada tarde entre julio y octubre procesionan en sus lanchas uno tras otro para retornar a puerto al anochecer con los calderos llenos.

Pero esta temporada poco los han llenado, según explica Tono del Valle, de los más veteranos: “Entre todos no sé si habremos llegado a treinta kilos”. Del Valle añade que él y su hermano, que son de los más “pesquinos”, sólo capturaron uno de un kilo y algún chipirón”. Juan Peláez lleva unos cuarenta años aficionado a la pesca del calamar: “Este verano apenas salí porque no los hay. Recuerdo hace un par de décadas, cuando no había cupos, que había días de pescar incluso más de cien kilos, y este verano sólo capturamos una veintena de chipirones”. Pelayo Fernández indica que salió prácticamente todas las tardes desde el mes de julio hasta La Concha o El Maquilán, dos de las zonas donde suelen abundar los cefalópodos, pero “cada año hay menos. Este verano fue un desastre”.

Y ese “desastre” es causado, según los pescadores, “por los barcos calamareros que van con focos”. En ello coincide el fundador del Cepesma Luis Laria, que advierte de que “la presión que está teniendo esta especie puede hacer que incluso acabe convirtiéndose en una especie “rara” en el Cantábrico, motivado porque se está permitiendo una pesca extractiva abusiva con iluminación”.

Según Laria, esta tendencia hace que cada año se registre una merma: “Se sabe desde hace tiempo que el calamar en el Cantábrico tiene los días contados si no se toman medidas urgentes. Se debería decretar una veda inmediata”.

La escasez se nota en la mesa. Los calamares en tinta son uno de los manjares veraniegos asturianos. Celso Sánchez, pescadero, pescador y aficionado a la cocina, apunta que el “oro negro” “es tradicionalmente el protagonista de la mesa en celebraciones y comidas familiares, pero este año en pocos hogares se han comido”. Laria aboga por una forma sostenible de captura del cefalópodo, que también garantice “que la flota de bajura y el método tradicional de pesca siga existiendo, que al final es una seña de identidad de esas localidades pesqueras, tan ligadas a la tradición”.