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Noreña tira las barreras para llegar a Santiago

“Acabamos muy cansados, pero la catedral nos encantó”, apuntan los miembros de Adepas que hicieron una etapa del Camino

Por la izquierda, Kevin Daniel Telles, Mari Carmen Fernández, Juan García, María Ángeles Martínez y Julio Crespo, en Noreña. | A. I.

La mayoría nunca hubiera imaginado que sus piernas les llevarían hasta Santiago. Otros, lo tenían en mente, pero lo veían lejano. Al final, llegaron. Los miembros del colectivo Plena Inclusión, que engloba a usuarios de diversos centros en los que se atiende a personas con discapacidad intelectual –incluido el centro Adepas de Noreña– pudieron completar una etapa del Camino y llegar hasta la catedral de Santiago, con la que quedaron maravillados.

Uno de los participantes en el recorrido de la etapa entre La Caridad y Ribadeo, previa presentación del evento en Oviedo, fue Kevin Daniel Telles. Paraguayo de 22 años es usuario del centro noreñense y reconoce que la experiencia “estuvo muy bien”, aunque acabó “bastante cansado”. A él le alucina que el recorrido pase por Noreña y, sobretodo, “que la Villa Condal sea el centro del camino”.

También estaba entre los 105 peregrinos Mari Carmen Fernández. Ella dice tener “23 años”, incluso dibuja el número con el dedo en la mano. “Ya la conocí hace 22 en la inauguración de Adepas, así que igual se quitó década y media mínimo”, ríe el fotógrafo Álvaro Fuente, que le contagia el buen humor a Fernández.

Ella también disfrutó “mucho” con el Camino. A pesar de “las piedras y el barro”. En plena visita del presidente de Colombia a Santiago, consiguió burlar la seguridad y entrar en el templo: “Yo si que entré”, contaba ante la mirada atónita del resto.

Fernández llegó a la plaza del Obradorio, después de la etapa del día anterior y pasar la noche en el albergue de Figueras, con la bandera en la mano. La seguía Julio Crespo, que cumplía un sueño de siempre. “Llegué más cansado de lo que esperaba. Suelo caminar mucho, dando vueltas al patio o al salón”, explicaba el usuario de Adepas, de 54 años.

El que no pudo asistir fue su compañero de vivienda, Juan García. “Me gusta mucho caminar, suelo hacerlo de un lado a otro del comedor. Sin embargo, ese día me puse malo, con la tensión baja y no hubo forma. Para la siguiente seguro, toque cuando toque”, aseveraba esperanzado.

La que sí pudo completar la excursión hasta Santiago fue María Ángeles Martínez. “La caminata fue muy dura”, rememoraba ayer ella, que lleva desde el año 1994 formando parte de la familia de Adepas en Noreña.

Tras concluir el paseo hasta Ribadeo, cruzaron de nuevo el puente que separa Asturias del Principado para pasar una noche muy especial: “Nos quedamos en el albergue, fuimos a cenar y la verdad que estaba tan agotada que me quedé dormida en seguida, no hubo guerra de almohadas”, confirmaba Martínez.

Tras la visita al día siguiente a Santiago, localidad que les “impresionó”, regresaron de vuelta al Principado, conscientes de haber vivido una experiencia única, que jamas esperaban tener la posibilidad de vivir. Cayeron entonces las barreras que separan la capital gallega de la del Principado, a través de las sendas. Pudieron y podrán repetirlo, siempre con una sonrisa y gratitud. Fueron los caminantes más satisfechos tras los pasos del Apóstol.

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