La iglesia de San Julián de Graméu, en Cabranes, ha sufrido el derrumbe del retablo de su altar mayor. El hallazgo de estos daños se produjo cuando varias vecinas acudieron al templo para prepararlo para la fiesta local de La Corbatera, que en un principio debería haberse celebrado el pasado 17 de octubre, aunque se pospuso para este domingo porque el párroco no tenía disponibilidad en la anterior fecha.

Al entrar en la iglesia, estas vecinas se encontraron el retablo desprendido de la pared, caída que causó daños leves en las imágenes de La Inmaculada y San Antonio, además de en varios muebles del templo. Según explica Julián Huerta, presidente de la Asociación de Jubilados de Cabranes y vecino de Graméu, “desde la pandemia la iglesia se abandonó por que se dejaron de celebrar misas, por lo tanto apenas nadie entraba allí a comprobar su estado”. “Si se hubiese celebrado la misa del 17, podía haber ocurrido una desgracia”, añade.

El retablo, obra del tallista Luis Urraca, tiene más de cuatro décadas y se sostenía en la pared con unos tacos que “se fueron deteriorando hasta que cedió todo”, describe Huerta.

El retablo ha sido retirado a la espera de encontrar una solución y el mobiliario más afectado ya ha sido reparado para poder celebrar la misa de Difuntos en el templo, que no estará presidido por el retablo. “De momento no hay nada decidido, nos reuniremos varios vecinos la próxima semana para ver qué se hace, porque el Arzobispado también tendrá algo que decir”.