Isabel Rubio regresó a casa, en Cudillero, después de trece años trabajando y viviendo fuera. Fue hace tres. Había estudiado Económicas, hizo un máster de esta especialidad, y vivió durante cinco años en Suiza. Pero su vida dio un giro de 180 grados cuando quiso participar en el proyecto que habían iniciado de forma tímida sus padres: una plantación ecológica en finca “El Ribeiro”.

Entre los productos, la faba, por la que ayer recibió un galardón del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP). En concreto, el de mayor producción certificada con marca del productor de la cosecha 2019-2020.

Fue durante un acto en Pruvia, en la gala para reconocer las cosechas de los últimos ejercicios. Sergio Suárez López, de Coaña, se llevó un gran número de reconocimientos en la cita: el de mayor producción vendida amparable en las cosechas 2018-2019 y 2019-2020 de Faba Asturiana IGP y también la misma distinción en Verdina de Asturias Marca de Garantía para los dos ejercicios. El de mayor producción vendida amparable en la cosecha 2017-2018 fue para Ana María Acevedo García, de Coaña.

La gala, en la que estuvo presente la directora general de Desarrollo Rural e Industrias Agrarias, Begoña López, no se había celebrado en las tres últimas ediciones –en 2020 por el covid– y por eso en esta ocasión se entregaron un total de 23 reconocimientos. En este periodo de casi tres años la faba asturiana ha ido creciendo. De hecho, en esta edición se distinguieron las producciones de verdina, un tipo de faba que nació en Francia hace alrededor de 100 años.

“Seguramente haya llegado a Asturias a través del Marqués de Ardisana, que viajaba mucho a este país. Estuvo mucho tiempo manteniéndose como un cultivo artesanal, en los valles de Llanes. Cuando se desarrolló la búsqueda de productos artesanos se rescató de repente y empezó a coger fuerza”, explica Victor Manuel Verdasco, de Legumbres “La Tierrina Vaqueira”, que fue uno de los premiados con la verdina, en concreto, quien logró la distinción a la mayor comercialización certificada en grano, tanto en las cosechas 2018-2019, como 2019-2020.

Foto de familia de los premiados que asistieron a la gala: por la izquierda, Víctor Verdasco, Javier Nievas, Carmen García, Ana Acebedo, José Blanco, Isabel Rubio, Sergio Suárez, Rocío Martínez, Moisés Pulido, Luis Miguel Rodríguez, Andrés García y José Ramón Villa. | I. G. Entrega de premios de la IGP Faba asturiana

Esta legumbre está más cerca de una verdura que la faba asturiana tradicional y eso se muestra en su color verde. “Hay que arrancarlas y secarlas en la oscuridad para que no se oxiden. Eso le da un sabor diferente”, continúa explicando Verdasco. Esto implica que, a diferencia de la tradicional, que absorbe la esencia de otros alimentos, tenga un sabor específico: “Se vende bastante bien, pero aún queda bastante labor a nivel comercial”.

La producción de la faba asturiana también ha crecido: aunque el número de productores sigue en 141 y hay una veintena de empresas, la extensión cultivada se ha incrementado en 30 hectáreas. “El agricultor es cada vez más profesional y llega con la idea de vivir del campo”, recalca Sergio Suárez, presidente de la IGP Faba Asturiana, que se dedica también a cultivarlas. Pone el ejemplo de Isabel Rubio, de finca “El Ribeiro”, que habla cinco idiomas y tiene expectativas de expandirse al mercado internacional.

El presidente de la Cofradía de Amigos de les Fabes del Principado, José Ramón Villa, por su parte, agradeció la difusión que está teniendo el producto.

Entre los premiados ayer con varias distinciones de Faba Asturiana, Moisés Pulido, de la empresa “Codilex”. “No podemos quejarnos. La evolución de este año, pese a las circunstancias de la pandemia y su afección sobre la hostelería, ha sido buena. Se han cumplido objetivos”, resumió.