La sidra del concejo de Carreño siempre ha sido muy valorada por sus peculiares características. Tanto que a comienzos del siglo pasado, cuando desde Carreño los comerciantes se dirigían a Gijón para vender sus productos, siempre era uno de los más demandados. Y eso lo demostraba la pericia de algunos comerciantes, que, en busca de un mejor precio en la venta de su sidra, untaban las patas de los bueyes que tiraban de los carros con barro de la zona de Carreño, para que los compradores pensaran que venían de esa zona y así poder vender el producto más caro. Con el paso de los años, ese empuje ha ido cayendo, pero desde la Asociación de Sidra Casera del Concejo de Carreño se sigue luchando por mantener la tradición. A la habitual degustación organizada todos los meses de agosto, se une ahora la publicación del libro “Sidra roja: entre la excelencia y el vicio”.

En la publicación, la historiadora Paloma García, que también forma parte activa de la asociación, recoge numerosa documentación y artículos periodísticos desde finales del siglo XIX hasta 1950, en los que se hace alusión a esta variante característica del concejo de Carreño. Una variante que basa su peculiaridad en un sabor más fuerte y una tonalidad más intensa, formando un todo que viene marcado por las maderas de los toneles en los que se lleva a cabo la fermentación, que suelen ser de cerezo o de roble.

“Macho”

Esa carácter específico de la sidra roja lo conoce Luis Benito García, profesor de Historia de la Universidad de Oviedo y director de la Cátedra Universitaria de la Sidra de Asturias. “Es una sidra fuerte, denominada como sidra ‘macho’. Una sidra que siempre gozó de gran fama. Tiene una fermentación más fuerte que, comparada con la sidra habitual, llama la atención”, señala. El desarrollo agrario del concejo a principios del siglo pasado hizo que la variante ganara en popularidad. “Carreño era uno de los proveedores de Gijón, que cada vez crecía más y a su vez también era un núcleo importante de verano. Fue un sector relevante, no como el lácteo o la conserva, pero era un sector potente”, añade García.

En la actualidad, todavía quedan pequeños llagares en casas particulares de vecinos, sobre todo de la zona de Perlora y de Prendes, como el de Félix Muñoz, que preside la asociación local. Con tradición familiar en la producción de las sidra de hasta tras generaciones hacia atrás, y con buenas vistas hacia el futuro, la tradición abarca ya tres siglos. Muñoz también destaca en su explicación esa característica típica de la sidra del concejo. “El nombre de sidra roja es un producto de la clase de manzana que había en Carreño, que da una sidra que es más amarilla que la habitual, que casi es hasta blanca. Es una sidra más fuerte que las demás. Los estudiosos y muchos de los artículos que salen en el libro de siglos pasados ya fueron los que la llamaron sidra roja de Carreño, porque era muy distinta a las demás”, indica. Pero Muñoz insiste en la importancia de los materiales de los barriles a la hora de esa diferencia. “La sidra en estos recipientes, en los de cerezo, adquiere un sabor diferente, y en los de roble, una fuerza mayor. Es un proceso largo, afirma”. La última cosecha que guarda Muñoz en sus barriles está hecha con manzanas de árboles centenarios.

Este viernes, a las 19.30 horas, en el Centro Polivalente de Candás, en un acto en colaboración con el Ayuntamiento, verá la luz este libro que se ha cocido con mimo y que lleva preparándose desde la asociación durante los últimos cuatro años. Una nueva iniciativa por mantener un legado centenario que es seña de identidad de la zona.