Candás sigue empeñada en mantener bien vivo el legado de Antón Rodríguez. En el museo que lleva su nombre se ha organizado una exposición sobre las primeras obras que el autor realizó en su juventud, con doce años. Entonces, trabajaba de chico de los recados en el Casino, lo que, sin duda, guió su inspiración.

Se trata de una selección de bocetos, muchos de ellos en hojas aprovechadas por las dos caras, en las que Antón ya dejó esas primeras pinceladas que se pueden ver en el museo. Como explica su directora, Dolores Villameriel, “es raro que de un artista se conserven sus primeras obras. Desde un comienzo tuvo una inventiva y una imaginación brutales para todo lo relacionado con la plástica”. Tras el estudio y la observación de esas obras, se ve como desde joven Antón tuvo claro su camino. “Es sorprendente que todas están fechadas y firmadas. Él ya se sentía orgulloso y se autentificaba. Un joven se dedica a dibujar y punto. Él ya tenía claro que sabía hacer esto y que se sentía identificado”, afirma Villameriel.

Dibujos infantiles como “El garrotín” y obras como “El niño de la palangana” pueblan las paredes de la exposición, que se completa con dos esculturas de aquellos años. “Es llamativa la capacidad de evolución y aprendizaje. Nadie en Candás le enseñó a hacer escultura. Fue un pionero. Ya fue a Madrid con una base importante autodidacta”, subraya la directora del museo local.