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Candás despide a “Juaco el Cho”, gran referente de la vida social de la villa

Joaquín Aramendi, fallecido a los 101 años de edad, fue directivo del club de fútbol local y presidió la sociedad de festejos

El funeral celebrado en la iglesia de San Félix. | Borja García

Las campanas de la candasina iglesia de San Félix sonaron con pesar a las cinco de la tarde de este martes, justo cuando el abarrotado templo recibía el féretro con los restos mortales de Joaquín Aramendi Cuervo, más conocido en la villa como “Juaco el Cho”. Fallecido el pasado lunes, este popular vecino fue despedido con emoción por amigos y familiares a los 101 años de edad.

Joaquín Aramendi fue marinero, electricista y trabajador de Ensidesa, pero, sobre todo, uno de los personajes más icónicos del Candás del siglo pasado. Totalmente implicado en la vida social de la villa, era un habitual en todos los eventos y también en el día a día. “Era demasiado. Todo el mundo lo quería. Estaba a todas horas por el pueblo, nunca paraba” dicen quienes mejor le conocieron.

“Juaco el Cho” era un gran conocedor de la historia de la villa en el siglo XX. Nació en 1921 y vivió de primera mano el Candás más marinero. Salió a la mar, como otros muchos vecinos, antes de entrar en Ensidesa. Fuera del trabajo, su implicación en la vida local se demostraba en el día a día. Fue directivo del Candás, presidente de la Sociedad de Festejos y juez de paz de la villa. También ayudó en las actividades infantiles en las que se iniciaba a los más pequeños de la villa en las artes marineras para mantener el legado de los mayores. Y es que hasta su apodo era esencia de ese Candás marinero, una referencia a la amistad en euskera procedente de la colonia vasca que siglos atrás llegó a la villa y de la que procedía.

Joaquín Aramendi hace unos años.

Quienes más lo conocían recordaron ayer con cariño la vitalidad que caracterizaba a Joaquín. El párroco de Candás, José Manuel García, también tuvo palabras para él en el funeral: “Su porte hacía ver que no era una persona cualquiera, pues siempre guardaba el estilo y la apariencia. Como él decía, según te veo, así te trato”. El párroco también quiso destacar la implicación del fallecido en la vida social del pueblo. “Era un habitual en las misas de domingo. Durante un tiempo mantuvo la instalación eléctrica de la iglesia. Doy las gracias por todo lo que ha hecho en la parroquia. Fue un tipo elegante y digno que a todos llamaba siempre la atención”, concluyó.

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