“No tiene perdón. Desde que nací, ese edificio estaba ahí. Me da un respingo solo de ver como lo tiran”. La frase, de uno de los vecinos que en torno a las nueve de la mañana de ayer miraban sobrecogidos las máquinas arrancar para ejecutar la demolición de las Casas de Perán, resume el sentir de muchas personas de la localidad de la parroquia de Perlora (Carreño). La rabia hubo de dar paso a la resignación, pues el trabajo de las palas escribió un capítulo definitivo en una historia en la que no hubo marcha atrás por parte de Costas.

Y es que este largo proceso que afectó a las Casas de Perán toca a su fin. Ayer ya se había derribado la mitad del edificio, por lo que la actuación de demolición será rápida y podría concluir incluso durante el día de hoy. Contrariamente a la jornada en la que se produjo el desalojo, en el que la calle se llenó de gente y la Guardia Civil se personó con un elevado número de efectivos, apenas media decena de vecinos curiosos se agolparon ayer para asistir al derribo.

En el edificio tenían sede profesional un aparejador y un abogado. El 24 de febrero pasado fueron desalojados por orden de Costas y con presencia de la Guardia Civil. Posteriormente se procedió a tapiar el inmueble. Hace 15 días se publicó el anuncio de que había sido adjudicada la actuación de derribo que comenzó ayer pese a que sigue pendiente de resolución la última causa judicial abierta. La familia de los profesionales que se ubicaban en el edificio reclama la propiedad en función de unos títulos de principios del siglo pasado, pero Costas sostiene que es suya desde 1936 en virtud de una concesión que una vez caducada volvió a su poder.

Costas no ha esperado a que se resuelva el juicio y ha iniciado el derribo de unos inmuebles de valor histórico y también sentimental para la localidad. “No hubo voluntad política. Va a quedar un vacío allí que parece increíble. Que en 2022 se tire patrimonio nos parece increíble. El pueblo no quiere que se tire, ya se vio en la manifestación convocada en marzo. Resulta inexplicable que haya un acuerdo de 2018 en Pleno y que finalmente no haya llegado a ningún lado”, se apuntaba ayer en la zona.

Ángel García, portavoz de Izquierda Unida en Carreño, ayer, observando el derribo de la edificación. | B. G.

El proceso de la Casas de Perán se ha ido dilatando desde hace años hasta este momento, con múltiples intentos por parte de la propiedad de evitar el derribo. Se buscó la inclusión del área en el planeamiento como suelo urbano y no como Suelo marítimo-terrestre y se buscó también la integración del conjunto en el catálogo urbanístico del municipio, al tratarse de una edificación histórica, con más de cien años de antigüedad, pues data de comienzos del siglo XX. Ninguna de las dos posibilidades se acabó dando.

El último intento había sido el judicial, emprendido a finales de 2021 y en el que se argumentaba que los títulos de la familia sobre el edificio son anteriores a la concesión que Costas realiza en el año 1936, por lo que tras la concesión, la propiedad debería de volver a sus manos y no a las del organismo estatal. Una batalla que no tendrá efecto sobre la edificación, ya que ayer comenzó a quedar reducida a escombros, llevándose la acción de las palas una edificación icónica en el concejo.

Los propietarios se lamentaban ayer ante el irreversible desenlace para las Casas de Perán: “Queremos pasar página, pero no sabemos si vamos a ser capaces. Es un dolor tremendo, nos vuelve locos y nos resulta incomprensible. El pueblo no quiere que esto se tire y lo están haciendo. Que alguien nos lo explique. Nadie nos ha dado explicación”.