El de Pedro Alonso no es siquiera hoy, cien años después de su muerte, un nombre desconocido en Noreña. Este indiano que emigró de joven a Cuba, donde hizo fortuna, cuenta en su localidad natal con una calle y un monumento, obra de Mariano Benlliure. Incluso su casa, que se mantiene aún en pie, es conocida en la Villa Condal como “la casa de Pedro Alonso”, pese a que desde aquel 8 de mayo de 1921 en el que falleció han sido varios sus ocupantes y propietarios. Pero estos homenajes no son más que indicios de su aportación a Noreña, unas coordenadas que indican la ruta a seguir, pero no describen el destino. La asociación cultural “Contigo” se ha propuesto “subsanar un déficit en la memoria colectiva” de la localidad con un libro, el sexto que edita el colectivo, que desde un enfoque multidisciplinar arroja luz sobre una figura crucial en la historia de Noreña.

El volumen será presentado mañana por varios de sus autores, con un paseo guiado que partirá a las 12.00 horas del cementerio, de la cripta donde está enterrado el indiano, y avanzará hacia el centro de la villa, con sucesivas paradas en enclaves asociados a la vida de Pedro Alonso.

El volumen, titulado “Pedro Alonso” y editado por la asociación “Contigo”, propone un acercamiento global a la figura del indiano, analizando su vida, su época y las obras, cruciales para el desarrollo de la localidad, que impulso tras regresar de Cuba, en 1907.

Alonso había nacido en Noreña en 1856, y en un momento indeterminado se trasladó a Cuba con su esposa, Ramona Rionda, y su cuñado, Manuel Rionda, aunque no necesariamente en el mismo viaje. En el país caribeño harán fortuna gracias al negocio del azúcar, y en 1907 Pedro Alonso y Ramona Rionda, ya con una sólida fortuna, retornan a Noreña, para instalarse en la localidad. Pero no se limitarán a llevar una condición de vecinos anónimos.

En los años siguientes, Pedro Alonso, su esposa y su cuñado impulsaron varias obras en Noreña. Edificaron viviendas sociales e impulsaron la primera traída de aguas a la villa, aunque acaso su iniciativa más importante fuese la creación de la Fundación Rionda-Alonso, una moderna escuela para los niños de la localidad. En paralelo, Alonso mantuvo una intensa actividad política, como figura destacable del Partido Reformista, que le llevó a la alcaldía.

Tras su muerte en 1921, a los 65 años, se le homenajeó con un monumento y con la instauración de un homenaje anual que, con el tiempo, fue cayendo en el olvido.

Coordinado por Carlos González Cuesta, que además escribe un capítulo, el volumen colectivo sobre Pedro Alonso que ha sido editado por la asociación “Contigo” incluye textos de Antonio Martínez Fernández, Rogelio Alejandro Pañeda Suárez, Óscar Rodríguez Buznego, Roberto García Morís, Tomás Sergio García Menéndez, José Junquera Peña, Christian Franco Torre y Joaquín García-Pumarino Ortea. El prólogo está escrito por Evelio G. Palacio.