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Ana Cano Periodista y pregonera del Xiringüelu

«La ley no escrita del Xiringüelu es beber sidra, comer mucho y disfrutar»

«Esta es una fiesta que engancha mucho, nunca te sientes solo aunque no conozcas a nadie y las casetas están abiertas a todo el mundo»

Ana Cano, ayer, en Pravia. | S. A.

La periodista ovetense Ana Cano, directora de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), dio sus primeros pasos en el mundo del periodismo en LA NUEVA ESPAÑA y se define como «praviana porque me da la gana». Afirma que dedicará a su padre el pregón del Xiringüelu que pronunciará esta tarde. “Fue xiringüeleru desde niño y nos inculcó a mi hermano y a mí el amor por la folixa», subraya.

–¿Qué significa para usted ser pregonera del Xiringüelu?

–Significa mucho. Nací en Oviedo, pero desde hace tiempo tengo aquí mi casa y decidí ser praviana porque me da la gana. Así que es un reconocimiento muy grande por parte de la cofradía del Xiringüelu, que sabe lo que significa para mí la fiesta por tradición familiar. Espero estar a la altura de este reto.

–¿Se imaginó alguna vez que tendría este honor?

–Nunca me imaginé tener esta oportunidad. Soy periodista. De hecho, durante los cinco años de carrera hice mis prácticas en LA NUEVA ESPAÑA y luego trabajé ahí tres años. Nunca pensé que esto tendría tanta trascendencia. Llevan haciéndome entrevistas desde hace quince días, así que estoy muy orgullosa.

–¿A quién tiene previsto dedicar el pregón?

–Desde hace muchos años me falta mi padre, un madrileño que veraneó toda su vida en Pravia. Fue xiringüeleru desde niño y él fue quien nos inculcó a mi hermano y a mí el amor por el Xiringüelu, junto a mi madre. En definitiva, los dos nos hicieron vivir la fiesta desde pequeños. Me da pena que mi padre no me pueda ver mañana (por hoy) porque sé que estaría muy contento.

– ¿Cuál es su vínculo con Pravia?

–Mi familia tiene vínculo con Pravia como desde hace dos siglos. Durante generaciones, hemos vivido o veraneado aquí siempre. Hace diecisiete años me compré mi casa en Pravia y decidí que iba a ser mi hogar. Estoy encantada de que se nos honré así a mí y a mi familia.

–¿Qué recuerdos guarda de esta fiesta?

–De niña, mis padres bajaban con sus amigos y con mis tíos de Avilés para hacer caseta. Nosotros íbamos con mis primos y mis amigos a la caseta de nuestros padres y fue así como empezamos a vivir el Xiringüelu. Eso sí, siempre que no he podido estar en Pravia para esta fiesta me he puesto mi pañuelo allí donde estuviera. En Portugal, Galicia o Zaragoza.

–¿Por qué tiene la gran fiesta praviana un éxito tan grande a nivel regional?

–Es una fiesta que engancha mucho. Nunca te sientes solo aunque no conozcas a nadie. Las casetas están abiertas a todo el mundo y se puede disfrutar mucho sin tener grandes lazos con la fiesta. Además, cada vez se está abriendo más a la juventud y eso ayuda mucho.

–Usted trabaja en la justicia, ¿Cuál diría que es la ley no escrita del Xiringüelu?

–La ley no escrita de esta fiesta es beber sidra, comer mucho, estar dispuesto a mancharte, porque nadie llega limpio a casa y, sin duda, ir dispuesto a disfrutar. Tras dos años de parón por la pandemia, creo que nos lo merecemos.

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