La odisea de Nikolái Vavilov, el biólogo soviético que visitó Grado hace un siglo en busca de escanda para completar un banco genético internacional

Pablo Huerga Melcón presenta en la villa moscona su libro sobre el científico, fallecido en el gulag tras caer en desgracia: "Su proyecto conservacionista era alucinante"

Pablo Huerga Melcón muestra dos ejemplares del libro.

Pablo Huerga Melcón muestra dos ejemplares del libro. / ÁNGEL GONZÁLEZ

S. Arias

El hombre que conservó las semillas del mundo buscó la escanda en Grado. El genetista y biólogo ruso Nikolái Ivánovich Vavilov estuvo en el concejo en 1927 dentro de su viaje por España para recoger las simientes de los cinco continentes y crear un banco genético internacional con el que también potenciar la agricultura de la Unión Soviética. Aún hoy, esa colección, el Museo de Plantas Cultivadas de San Petersburgo, envía muestras a países que quieren recuperar sus producciones.

La historia de este célebre científico y su paso por el municipio la cuenta el profesor de Filosofía de la Universidad de Oviedo Pablo Huerga Melcón en su libro "Vavilov en España, una odisea en busca de la escanda". La obra se presenta este viernes en la Casa de Cultura, a las 19.30 horas, en un acto organizado por la Asociación de Filosofía y Letras de Grado y la Asociación de Productores de Escanda de Asturias.

"La escanda había quedado como un cultivo endémico de la zona que se había quedado arrinconado en zonas de montaña y Vavilov quería conocer ese trigo por el que ya había preguntado en 1924. Por eso, la hipótesis del libro es que la fuerza para venir a España era recuperar esas semillas de escanda", explica el autor, quien ha dedicado veinte años a investigar el viaje del científico ruso a través de documentos técnicos, libros, prensa de la época y correspondencia epistolar, entre otras fuentes.

Nikolái Ivánovich Vavilov también estuvo en Cabañaquinta, Pola de Lena, Villaviciosa, Oviedo y Gijón, acompañado por los catedráticos del Instituto Jovellanos José Ramón González-Regueral y Antonio Ortega, pasando en Grado una jornada. "Visitó la cueva de San Román de Candamo", detalla Huerga. Fruto de esta visita a Asturias, fue invitado a participar dando unas charlas en la Feria de Muestras de Gijón de 1928, a la que no pudo acudir: "No tuvo ocasión, se encontraba en el Cáucaso", detalla el autor del estudio.

El libro es "una especie de novela" con la que Huerga pretende dar a conocer la figura del científico ruso, "absolutamente magnífico y un biólogo muy vanguardista para la época, con un proyecto alucinante de conservacionismo". Además, el filósofo resalta la importancia del semillero, ya que "gran parte del material con el que se recuperaron los cultivos tras la Segunda Guerra Mundial fueron desarrollados por los centros de investigación de Vavilov por el todo el territorio soviético".

De ahí, destaca Huerga, la importancia actual de Ucrania como productor de cereales, recuperados con los gérmenes guardados por Vavilov y su equipo. "En esa idea de globalización a lo largo del siglo XX, y el desarrollo de la industria agroalimentaria, muchos cultivos tradicionales se iban perdiendo y gracias a Vavilov se han conservado. Su esfuerzo ha permitido ahora a algún país, como Etiopia o Japón, solicitar muestras de semillas de aquellos tiempos", señala Huerga, quien considera que no se reconoce lo suficiente la aportación de Vavilov a la Humanidad.

Su interés por el científico ruso surge tras finalizar la tesis doctoral dirigida por Gustavo Bueno sobre el físico Boris Hessen, quien presentó una ponencia en el Congreso de Historia de la Ciencia en Londres en 1931 como miembro de la delegación de la Unión Soviética. "Al terminarla me quedó la espina de estudiar lo que había hecho esa delegación e hice una investigación de cada uno de ellos.Estaba Nikolái y me puse a traducir sus textos publicados en la década de los treinta", rememora.

Vavilov dejó todo por escrito en 1937 en su libro "Cinco continentes", con un capítulo dedicado a España. Unas investigaciones científicas que con el epistolario han dado claridad a cómo fue el viaje del científico ruso por Asturias. "Me hice idea con los telegramas breves que enviaba informando de todo lo que hacía, era un trabajo también diplomático", señala Huerga, quien concluye recordando el triste final de Vavilov. "Había legado a lo más alto. Era el director de la Academia de Ciencias Agrícolas, con una altísima responsabilidad, pero apareció el agrónomo ucraniano Trofim Lysenko, un personaje siniestro que generó una polémica grande con su teoría lamarckista, y Vavilov fue acusado de traidor a la patria, encarcelado y sometido a una serie de interrogatorios y torturas. En 1943 no pudo más y murió encerrado en Sarátov", relata. El hombre que conservó los cultivos del mundo murió de hambre en un gulag.