De la boroña, hasta las migas en Torazu

La localidad de Cabranes celebra una nueva edición del festival consagrado a este manjar, preñado y cocido en las fornas del pueblo

No hay mes de junio desde hace 24 años en que no huela a boroña preñada en Torazu; en que las calles del pueblo no se llenen a rebosar; en que el robledal de La Sienra no sea punto de encuentro bullicioso, o en que las raciones del manjar no vuelen en cosa de segundos. La localidad de Cabranes volvió ayer a ser eso y mucho más en su Festival de la Boroña de Forna, que el año que viene cumplirá las bodas de plata y que, por lo tanto, prepara alguna sorpresa.

De la boroña, hasta las migas en Torazu

De la boroña, hasta las migas en Torazu / Luján Palacios

La desveló durante el festejo el pregonero, Enrique Corripio Monestina, director de "El Eco de Cabranes", cronista oficial del concejo e Hijo Predilecto de la tierra que lo vio nacer y que, como él mismo reconoce, no cambiaría por nada. Por eso fue ayer emocionante para él poder pregonar el festival, y avanzar a los vecinos que en la próxima edición se habilitarán tres fornas más en el entorno de la capilla para "el crecimiento y loable futuro de este evento".

De la boroña, hasta las migas en Torazu

De la boroña, hasta las migas en Torazu / Luján Palacios

De este modo se podrán superar las 34 boroñas elaboradas desde el pasado viernes con amor y devoción, en largo proceso de cocción que ha terminado, como siempre, con las migajas como último recuerdo del banquete. "Se han repartido 400 raciones, y hemos hecho malabares para tener alguna porción guardada que también se han esfumado", señalaban las vecinas encargadas de la organización del festejo entre fogones.

De la boroña, hasta las migas en Torazu

De la boroña, hasta las migas en Torazu / Luján Palacios

Una tarea que emplea a un buen puñado de residentes en Torazu, y para quienes Corripio también quiso tener un recuerdo en su pregón. "Mi pleitesía eterna ante ellos, los roxadores, y ante ellas, las amasadoras, y ante los que sellan las fornas para preservar el calor, y ante todos cuantos están en cada uno de los preparativos", proclamó.

De la boroña, hasta las migas en Torazu

De la boroña, hasta las migas en Torazu / Luján Palacios

No es cuestión baladí amasar una boroña de la que saldrán 12 raciones de media, preñarla de chorizo, tocino y panceta, envolverla en hojas de berza y cocerla durante horas en los hornos del pueblo. Y tampoco lo es preparar una parrillada, con arroz con leche de postre para cientos de personas que llenaron las carpas instaladas en La Sienra. "Está todo de muerte", reconocía María Luisa López mientras degustaba su buen trozo de boroña. "Tenemos una lista de espera más larga que en el HUCA", ratificaba a voz en cuello una de las encargadas del mostrador en que se despachan las raciones, entre hórreos y casonas centenarias y saturado de personas que intentaban a última hora hacerse con un pedazo del manjar. Los vales para la pitanza estaban agotados de antemano.

Los hornos llevan días encendidos, y es una tarea "laboriosa, pero estamos acostumbrados", indicaba Esther Suárez, mientras partía raciones y los visitantes hacían cola religiosamente. Porque lo que se vive en Torazu cada primer domingo de junio es "una grandiosa e inabarcable danza al gusto, al sabor, al sentir, al palpitar, al inmenso gozo de poner ante nuestro paladar esas raciones de boroña", recitó el pregonero, en "un escenario tan bucólico como el de aquí, ambientado en el verdor explosivo y apabullante que el mes de junio recién estrenado entroniza cada año".

Y para que no faltara detalle, también hubo mercado de artesanos y pasacalles musical a cargo de "Los Yerbatos" y "El Corriellu La Pandorga" de Bimenes, con actuación musical por la tarde para despedir un día redondo, como las boroñas, y preñado de buenos momentos.