Luto en Noreña: emocionado adiós a Dionisio Rodríguez, ejemplo de fe y superación personal

El conocido vecino fallece a los 74 años y deja un legado de bondad y humanidad tras una vida marcada por el servicio a los demás

La iglesia de Noreña.

La iglesia de Noreña.

Noreña despide a uno de sus vecinos más queridos, Dionisio Rodríguez, quien falleció a los 74 años tras una larga enfermedad que afrontó con admirable entereza. Conocido por su carácter afable y su devoción a la Iglesia, será recordado como un hombre comprometido, optimista y profundamente humano. Fue una persona muy vinculada a la parroquia local, ejerciendo como catequista y preparador para confirmaciones durante muchos años en el concejo, colaborando también en todas las actividades de la iglesia, motivo por el cual era muy conocido entre los noreñenses."Dionisio tenía una forma de tratar la religión con los jóvenes que era especial: comprensivo, dialogante y siempre con buen humor. Era alguien con muy buen corazón", expresó Ana González, teniente de alcalde de Noreña, quien destacó además la cercanía de toda su familia. 

Pese a haber perdido un brazo, Dionisio no permitió que esa circunstancia definiera su vida. Al contrario, la convirtió en un ejemplo de superación y humor. “Incluso cocinando o haciendo tareas domésticas, él lo hacía todo sin problema y siempre con una sonrisa”, recordó Gonzalo Suárez, consiliario de los cursillos de cristiandad de Asturias, quien conocía desde hacía años a Rodríguez por su relación con el catequismo. “Usaba la ironía para tratar su problema físico y lo hacía con una naturalidad que no dejaba de asombrarnos”, añadió. Dionisio veía y sentía la religión de una manera especial, y esa sensibilidad la transmitía a quienes lo rodeaban. Según Pedro Tardón, párroco de Noreña, “era una persona muy afable y activa en la parroquia. Leía las lecturas y estaba muy implicado en los cursillos de cristiandad. Su vinculación con la parroquia era enorme”.

Más allá de su compromiso religioso, Dionisio será recordado por su capacidad para conectar con los jóvenes y transmitirles la fe de una manera auténtica y atractiva. “Siempre que se le pedía dar un testimonio o una charla, lo hacía con un entusiasmo que atrapaba a los jóvenes. Incluso llegó a formar parte del coro de cursillos en su tiempo”, explicó Suárez. Durante su enfermedad, Dionisio demostró una fortaleza que inspiraba a quienes lo rodeaban. Hablaba con serenidad y sin dramatismos de su situación, siempre con una perspectiva positiva que contagiaba a quienes compartían momentos con él. Hoy, el recuerdo de Dionisio queda grabado en el corazón de Noreña como un ejemplo de bondad, resiliencia y fe. Su legado permanecerá vivo no solo en su familia y amigos, sino también en todas las personas que tuvieron el privilegio de conocerlo. Mañana jueves, 23 de enero, a las 17 horas, se celebrará su funeral en la iglesia parroquial de Santa María de Noreña.

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