Más allá de la archiconocida metáfora de "la cuesta" y otros dichos similares, lo cierto es que las dificultades para superar el mes de enero se están poniendo de manifiesto con la numerosa relación de vecinos que han quedado en el camino. Así, constatamos que el día 15 finaba en Oviedo, a los 90 años, Cándida Mayor Pandiella, que era natural de Pandu (Nava), viuda de Avelino Cueto Moro y hermana de Fermín (+), Gonzalo y Luisa. Y que el 20 nos dejaba, a los 92 años, María de los Ángeles González Canga, viuda de Leonardo Canga Suárez, con el que tuvo dos hijos; Asunción y Leonardo.

María de los Ángeles era hija de "Berna" (Bernardo González), de Castañera, y de Asunción Canga "Suncia", de Artosa (San Martín del Rey Aurelio), y fueron hermanos suyos Alfredo (+), Santos (+), Ginés (+), Marino (+), Chelu (+), Clarita (+) y Hermida. Puedo añadir que sus hermanos Marino y Chelu (Bernardino) trabajaron en el ferrocarril, y que su padre, Berna, fue, en tiempos pasados, un personaje muy conocido y popular en Nava por su chispa e ingenio, del que se recuerdan, todavía, sabrosas anécdotas. La familia residió primero en la villa, en una casa cercana a la vía y al paso a nivel de Castañera, en el antiguo mercáu del ganáu, y después se asentó en La Capellanía (Nava).

Nos tocaba, después, lamentar la falta de un compañero ferroviario. Pues Luis Alfonso Pruneda Prieto fallecía el 21 en Oviedo (HUCA), a los 61 años. Nacido en La Pez (El Remediu), y ferroviario desde el 03.01.1983, Luis Alfonso, más conocido en el gremio como "Pruneda", estaba casado con María Perfecta de la Vega Ovín, de cuya unión nacieron dos hijos; Luis Alfonso y Eliana. Se da la circunstancia, en el caso de Luis Alfonso, de que el padre, Georgino Pruneda, y un bisabuelo, Aquilino Vega, habían sido también ferroviarios de Económicos. Y debo hacer constar, como corroborando lo anterior, que el funeral contó con la asistencia de un nutrido grupo de compañeros de profesión, que desde diversos puntos de Asturias se desplazaron a Nava para darle a Pruneda su último adiós.

Y luego, el 23, nos dejaban otros dos vecinos: Horacio y Sebastiana. En cuanto a Horacio Fernández Cueva, lo hacía en su domicilio de Sienra 20 (Ceceda). Contaba 92 años y estaba casado con Ana María González Calleja, de Sienra (Ceceda), con la que tuvo tres hijos: José Antonio, María Teresa y Ana María. Como es sabido, Horacio, que nació en Monga (Tresali), era hijo de Segundo González, también de Monga, y de Rosa Cueva, de La Bilortera (Tresali), y tuvo otros cuatro hermanos: Luis, Oscar, Ofelia y Onofre. Cabe decir también que, antes de dedicarse de lleno a la agricultura en Sienra, Horacio trabajó durante bastantes años en el llagar y en la carpintería que tenían en Nava los de la familia Sánchez.

Y, en cuanto a Sebastiana Vega Díaz "Tana", se despedía en la Residencia Comarcal del Mayor, en Nava, a los 93 años. Tana, que se mantuvo soltera, tuvo otros tres hermanos, ya fallecidos: Esperanza, Tino y Luciano, y vivió antes en El Balcarru, y después en Los Campones, lugares ambos de la parroquia de San José de Tresali. El término Balcarro aparece en el Catastro de Ensenada, Coto de Tresali, dando nombre a un molino de "dos muelas arineras" que estaba entonces (enero de 1752) en funcionamiento. Y la vivienda conocida por El Balcarru, que no aparece relacionada en el índice toponímico de que dispongo, está situada en zona próxima a la ubicación del antiguo molino.

El martes 23, por la mañana -con cielo gris, pero temperatura agradable, casi primaveral-, cuando iba camino del tanatorio, observé que, sobre la pica de un fresnu, una pareja de pegues se ocupaba, con afán, en la tarea de construir un ñeru, para lo cual apurríen garbinos y palucos que luego iban colocando según su mejor entender. Luego, al regresar, comprobé que sobre la calle de la villa seguían colgando los adornos luminosos que se habían colocado con motivo de las fiestas navideñas. Y pensé que nunca había estado tan cerca la Navidad de la primavera.