La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Leocadio Redondo Espina

Hasta siempre, querido Luis

Hasta siempre, Luis.

Se ha escrito ya todo sobre esta dichosa pandemia que nos aisla y que, como si estuviéramos dentro de una burbuja, corta las relaciones que habitualmente teníamos con familiares y amigos. Y ocurre que, moviéndonos en espacio reducido, como peces en una pecera, nos cae de pronto encima una noticia que, aparte de causar el dolor correspondiente, nos sirve para recordar y tomar conciencia de que seguimos estando en el mundo, y que la vida, y el fin de la misma, se siguen produciendo.

Así ocurrió cuando tuve noticia de la falta de Luis Álvarez González, compañero de trabajo ferroviario y muy estimado amigo. Pues uno sabe de sobra que estas cosas pueden ocurrir, y van a terminar ocurriendo, porque son inevitables, pero, no obstante, no está nunca preparado para recibirlas sin acusar el golpe.

Tiempo habrá más adelante para tratar sobre la trayectoria vital y profesional de Luis, que comenzaba un lejano 01.11.1942. Y baste hoy recordar que, con su falta, de los compañeros del Servicio de Movimiento de Económicos habituales en Nava, allá por 1964, solo quedan con vida dos: su hermano Obdulio y el que suscribe. Pues historia son ya Sabino Montes, Audaz Corte, Fernando y José Luis González, Julio Redondo, Eduardo Torga y Benjamín y Benigno Barrios, como lo son, igualmente, la Compañía de Económicos y la propia FEVE.

A mi modo de ver, Luis fue un hombre de genio, serio, responsable y gran trabajador. De carácter reservado y con tendencia al individualismo, también era un agudo observador. Con sentido del humor particular y una conversación rica en reflexiones, era igualmente un hombre elegante, que destacaba por su cuidado en el vestir. Y es así, posando impecable y sonriente al sol de una mañana en Nava, como quiero conservar su imagen en la memoria.

Compartir el artículo

stats