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El Paragües

Agradecido

La emoción en el sentido adiós a Juan Camino

Acababa de enviar la semana pasada mi columna cuando supe la noticia del fallecimiento de Juan Camino. Recordé todo lo que sabía y se había ya dicho acerca de su interés por el servicio, su capacidad de trabajo y su espíritu conciliador. Eché de menos un poco más de tiempo para que se concluyese el homenaje municipal dispuesto. Sentí ese nudo en la garganta que la murria construye. Las características de los tiempos que corren y la prudencia hicieron que muchos, como yo, no pudiésemos dar el abrazo amigo a Josefina, su esposa, ni a sus hijos Juanjo y Marián, limitándonos a las condolencias por correo electrónico. Y, sabidas sus habilidades relacionales y su condescendencia, nos quedamos con sensación de contravención.

El lunes leía en este diario, con el título “Ya no nos veremos más, pero recordadme”, su despedida póstuma, y el nudo de nuevo. Pero tras la lectura me sentí confortado. Sus palabras fueron un hálito alentador para la tristeza que las separaciones transmiten, más ahora que las esperanzas están en penuria. Acogiendo sus palabras, sólo pude decir: “Gracias, Juan, aún sigues haciendo algo por nosotros”.

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