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Vicente A. Montes Álvarez

Vital

Había pasado la mañana del día anterior solicitando, a una persona que así me lo pidió, su Salario Mínimo Vital. Delante del Ayuntamiento, cuatro con una pancarta, que no leí porque estaba a sus espaldas, no paraban de gritar en pareado “Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden”. Empecé a darle una vuelta al asunto. Se da por sentado que las personas en riesgo de pobreza o exclusión social deben recibir ayuda económica de las instituciones públicas. Otra cosa es de dónde han de provenir los fondos para la ayuda. Siempre pensé que estos portavoces de la solidaridad pública tendrían sentido de la justicia. Ahora empiezo a dudar. No le encuentro sentido a que ese Salario Mínimo lo costee la Seguridad Social, nutrida con las aportaciones de trabajadores, siendo el salario más frecuente inferior a los 1.100 € mensuales netos. Personas con más recursos están exentas de esa solidaridad, como es el caso de pensionista con buenas pensiones o con pensión máxima, que no tributan a la Seguridad Social. Sólo los de la máxima son 350.000 personas. Además a quienes diseñaron el sistema no les cuesta un céntimo porque no han incrementado sus cotizaciones para ese fondo “solidario” Pero así las cabezas pensantes igual tendrían que pagar algo y, claro, como dice un amigo, “con la cara de otru ando yo a hosties tul día”. En fin, que un impuesto directo a las personas a partir de una determinada renta hubiese sido a mi juicio más coherente y evitaría sobresaturar la Seguridad Social, que buena le está cayendo con todo lo que hay. Terminará explotando y... no servirán el pareados.

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