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Vicente A. Montes Álvarez

Protección

El debate sobre el lobo y los incondicionales defensores de la especie

Algo debe de tener cuando en cuentos y narraciones infantiles se le asignó el papel de malvado. Los Tres Cerditos, Caperucita, Los Siete Cabritillos... Ciertamente que existen algunos con papel benévolo, pero son casi todos de época reciente, cuando ya se había desarrollado el sentimiento de protección, en el que Rodríguez de la Fuente tuvo enorme influencia. El debate está en la protección o no del lobo. Estamos de acuerdo en el derecho a participar de la Naturaleza de todos los seres vivos, pero cuando se produce una interferencia grave con los humanos, como especie, debemos protegernos. Lo hacemos con velutinas, ratas, piojos... Algunos, sin vivir de la ganadería teníamos media docena de ovejas que hacían función de “segadoras biológicas”. Padecimos ataque de perros, que ya tienen más derechos que los humanos, pero últimamente también padecimos los de lobos. Un carnero enorme, luego dos ovejas, una corderina... El técnico de la Consejería identificó los ataques como obra del lobo, que sí, que los hay por aquí cerca, a quince kilómetros de la Pola. Cubrí papeles y di cuenta bancaria para la indemnización de la Consejería. Hace casi dos años. Nada todavía. Como no vivo de esto decido prescindir de ovejas y que se haga monte. Si viviese de la ganadería seguro mataría a besos a algún lobo. Tendría que haber un impuesto para defensores incondicionales del lobo, porque los gastos que originan a la Administración los pagamos todos, incluso quien perdió la cabaña gracias al “hermano lobo”.

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