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José Julián Rodríguez Reguero

La próspera industria cárnica noreñense

La evolución de un sector clave en la Villa Condal

Con la llegada de la democracia, Sadei inicia su serie con información detallada de numerosos índices de nuestra autonomía, incluida la distribución de rentas familiares por concejos.

Sorprendentemente para los políticos, recién iniciados en las tareas de gobierno, el concejo más pequeño encabezaba el ranking por su nivel de rentas. Un hecho más relevante en una época en la que Asturias mantenía una notable actividad industrial con empresas de la importancia de Hunosa y Ensidesa como buques insignia.

Sin duda, la industria cárnica era la clave. Pero ¿cómo era posible el desarrollo y mantenimiento de tan elevada actividad productiva?

Es una historia realmente larga que comienza en el tránsito del siglo XIX al XX con la sustitución de la industria del calzado por la chacinera.

En el año 1904 en un artículo firmado con las iniciales A.R.B. se podía leer en el periódico local “La Unión” una detallada descripción de la actividad municipal relacionada con el manejo de la carne en todas sus modalidades y ya mostraba su admiración por el empeño de las mujeres noreñenses en trabajar en la elaboración de los embutidos y en su distribución por toda la provincia en ausencia de medios mecánicos para el transporte.

En 1910 el miniconcejo que crecía bajo el manto de la Iglesia tenía unas tasas de analfabetismo del 31% para los varones y del 50% para las mujeres que eran claramente inferiores a las de España ( 54% en varones y 68% en mujeres).

Sobreponiéndose a las catástrofes del siglo XX, la industria cárnica continuo su desarrollo introduciendo las innovaciones tecnológicas necesarias para su crecimiento. La Luz y Productos YA marcaron el paso para competir en un mercado en expansión. Por otra parte, el ingreso mayoritario de las mujeres al mercado laboral, al permitir sumar al menos dos salarios por familia, resultaría un factor diferencial del crecimiento local comparado con el entorno.

Es muy conocida la frase de Eloy el Mosquitu equiparando el nivel de vida de la villa condal con la de los cantones suizos a finales de los años sesenta y principios de los setenta. Tanto es así que un prometedor periodista sierense de LA NUEVA ESPAÑA realizó para su diario un artículo en 1984 describiendo los elevados estándares económicos en un concejo tan pequeño, con la carne como bandera.

Desde entonces han transcurrido 40 años, se han ido dos generaciones y la industria cárnica no es ni su sombra para la villa. Curiosamente, o no, como en el cuento de Monterroso, en el año 2018 el dinosaurio continuaba ahí. Parece claro que los recién llegados son los que ahora contribuyen a mantener el estatus del concejo.

Esfuerzo máximo y fe en la formación han sido las piedras angulares de un proyecto exitoso en lo económico que ha facilitado la vida social de seis generaciones de noreñenses.

La historia continúa.

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