"El legado de Gustavo Bueno sigue vivo y vigente", afirman discípulos y amigos

Un acto conmemorativo celebra el centenario del filósofo, riojano de nacimiento, que llegó a Oviedo para continuar la labor del Padre Feijoo

VÍDEO: El Club LA NUEVA ESPAÑA acoge el homenaje "Cien años de Gustavo Bueno"

LNE

María José Iglesias

María José Iglesias

Oviedo

Gustavo Bueno Martínez (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1924; Niembro, 2016), llegó a Oviedo para proseguir, dos siglos después, la labor del Padre Feijoo en el Teatro Crítico Universal, una colección de 118 discursos de todas las materias que Bueno leyó de niño en la biblioteca de su abuelo. En el siglo XX Bueno fundó la corriente del materialismo filosófico, la escuela de pensamiento que sigue en desarrollo y disfruta de buena salud como constataron ayer en el Club (al que tantas veces acudió el fallecido catedrático), familiares, amigos y discípulos.

El homenaje por el centenario del profesor Bueno pivotó sobre la vigencia de un legado que gana seguidores en redes sociales y que atrae a muchos jóvenes ávidos de algo diferente "a la papilla que reciben en institutos y universidades", como destacó el abogado José María Fernández, miembro del consejo asesor de la Fundación Gustavo Bueno, regida por un patronato que preside Gustavo Bueno Sánchez, filósofo como lo fue su padre.

"Hoy que la opinión pública se desvanece en burbujas que sólo quieren reconocer las noticias y opiniones de un universo cada vez más pequeño, contra todo lo que discurre fuera de su órbita, echamos de menos a Don Gustavo, una referencia que me ayudaba a entender lo que ocurría", señaló José Manuel Vaquero, consejero de Prensa Ibérica Media.

En primer término, familiares de Gustavo Bueno: de izquierda a derecha, su cuñada Sandra Hudson; su hermano, Fernando Bueno; su hijo Gustavo Bueno Sánchez y Eulalia González, su esposa;  Gustavo Bueno, nieto del filósofo, y Ahinara Cardín. | Irma Collín

En primer término, familiares de Gustavo Bueno: de izquierda a derecha, su cuñada Sandra Hudson; su hermano, Fernando Bueno; su hijo Gustavo Bueno Sánchez y Eulalia González, su esposa; Gustavo Bueno, nieto del filósofo, y Ahinara Cardín. / Irma Collín

"Era un filósofo de acción que se mojaba siempre sin temor a ser incomprendido; por eso me parecía un periodista excepcional. Solía llamarlo en busca de luz en medio de la oscuridad, y siempre la encontraba", remarcó Vaquero, que abrió las intervenciones destacando también la influencia definitiva de la obra de Feijoo en la llegada de Bueno a la Universidad de Oviedo. "Trató de desterrar los tópicos mas socorridos, en un momento en que los sentimientos entierran a la razón; Gustavo Bueno dejo claro que los hechos diferenciales no son por sí mismos los mas valiosos; su punzante ironía era demoledora en las tertulias", añadió.

Carmen Baños, patrono de la Fundación Gustavo Bueno, destacó el apego filosófico de Bueno a todos los aspectos del presente que le tocó vivir. "Desde su llegada a Oviedo chocó contra el estamento clerical y representó el contravalor frente a todas esas instituciones dispuestas a hacer de Asturias una nación con lengua propia". Nicole Holzenthal, profesora de la Universidad de Oviedo, a la que llegó en pos de la figura del filósofo desde Maguncia (Alemania), llamó la atención sobre la gran proyección internacional de la obra de Bueno y resaltó su valentía al romper el tabú de hablar bien de España y del Imperio español, al que calificó de "generador", frente al modelo "depredador". Marcelino Suárez, director de cursos reglados de la Fundación, alabó por su parte "la inagotable búsqueda de la verdad" que llevó a cabo Bueno, "que llegaba al humor por la ironía y fue mucho más que sabio y erudito".

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