Elías García Benavides, un emocionado gran adiós de toda la familia del arte

Despedida multitudinaria en LA NUEVA ESPAÑA al pintor leonés, recordado por sus amigos, colegas y especialistas como un hombre bueno, socarrón y esencial

VÍDEO: Así fue el emotivo homenaje a Elías Benavides en LA NUEVA ESPAÑA

J.A.

Chus Neira

Chus Neira

Oviedo

No faltaron los amigos que le acompañaron en el mundo del arte contemporáneo desde los años setenta ni aquellos a los que pudo invitar a ver sus obras en el taller veneciano Atelier Aperto. Tampoco su familia, galeristas, comisarios, coleccionistas y expertos que han ido celebrando durante todo este tiempo esa reveladora abstracción romántica de sus últimos cuadros, su extrema sensibilidad ante el color y la materia. Nadie quiso estar ausente del homenaje póstumo al artista leonés, vecino de Oviedo, Elías García Benavides, fallecido hace dos semanas en Venecia. El acto, celebrado en el Club LA NUEVA ESPAÑA, se convirtió en un gran adiós, una respuesta multitudinaria a un hombre bueno, socarrón y esencial, como destacaron los presentes.

Con un escenario presidido por un cuadro del artista que pertenece a la colección del periódico, "Pioggia" ("Lluvia", en italiano), en la mesa se juntaron distintas voces para ofrecer una visión amplia de la vida y la obra de Elías García Benavides. La directora general de LA NUEVA ESPAÑA, Ángeles Rivero, fue la encargada de conducir el encuentro, y trazó las principales líneas biográficas y emocionales del homenajeado. Rivero evocó "al amigo, al anfitrión, al maestro", "un hombre generoso con el que daba gusto pasar el tiempo". También, al diseñador gráfico "que rompió moldes" en Asturias y al creador de unas obras "que apetece tocar, zambullirte o refugiarte en ellas".

Después el turno fue para Ramón Rodríguez, colega y compañero, con una trayectoria pareja a la de Elías Benavides. Rodríguez citó sus primeros encuentros con Benavides a través de Antonio Gamoneda, en un momento en que no necesitaba presentación porque tenía ya "las pupilas llenas de las portadas de los libros de Ayalga o los carteles del Palladium", en referencia a su trabajo como diseñador en el estudio que abrió con José Santamarina en los años setenta. La amistad se fraguó en la galería Tassili, donde uno y otro presentaron sendas individuales en 1973. De los grupos de amistad e identidad artística que se fueron formando nació la Asociación Asturiana de Pintores y Escultores, explicó Rodríguez, quien tuvo en Benavides a uno de los primeros en exponer en la nueva Casa de Cultura de Avilés. Citó la experiencia del grupo Glayius y sus excursiones por distintos territorios, las canciones, los viajes, las primeras veces en Venecia y también, la melancolía ante la pérdida del amigo. "Desgraciadamente", concluyó con versos de Pablo Milanés, "el tiempo pasa y resulta que nos estamos poniendo viejos".

Dulce Pérez, galerista de Alfara, donde Benavides expuso en sus últimos años, formuló el deseo de que la despedida fuera sin caras largas, con canciones y en torno a una mesa, y regaló a los presentes la lectura de un texto del artista de 1991 donde reflexiona sobre su propia pintura.

En ese documento Benavides habla de la incapacidad de la palabra para explicar el arte ("sólo se puede hablar de la pintura con la pintura misma") y profundiza en sus preocupaciones esenciales, como la construcción de un espacio simbólico en el cuadro, una simbología en la que el tiempo aparece como una obsesión, con la idea de pintar "un pasado donde se refleja el futuro".

El actual responsable del Museo de Bellas Artes, Gabino Busto, intervino después para analizar la obra de Benavides, en especial la que está en la colección de la pinacoteca. Mostró una tabla de 1982, con el "Elías más informalista", tres obras de 1985 algo más figurativas, una adquisición de 2002 dentro del registro de la "abstracción lírica" y algunas estampas. Busto definió a Benavides como "un pintor muy preocupado por las técnicas y los procedimientos que trabajaba con pasión" e incidió en el diálogo de su obra con los maestros de la escuela veneciana

El crítico y comisario Santiago Martínez también profundizó en la esencia de la pintura de Benavides, con el que trabó una fuerte amistad. Explicó que dentro del tratamiento informalista hay un "espíritu romántico" que define su estilo. "Lo que tiene esta pintura de tintes románticos es la capacidad de condensar en una obra esa referencia veneciana con un lenguaje pseudoabstracto", contó. Martínez también citó a Benavides como un "nodo", una persona que conecta a otras, y evocó la visita que ambos hicieron a una exposición de Anselm Kiefer. El remate del acto, cerrado con una grandísima ovación, fue la exhibición de la pieza documental de Celia Cervero "La naturaleza", en la que la cámara sigue y dialoga con Benavides en Venecia y explica su proceso creativo a partir de la primera mancha.

Al homenaje de ayer asistieron, entre otros, las galeristas Guillermina Cacioya y Diana y Gema Llamazares, los artistas, Fernando Alba, Bernardo Sanjurjo, Guillermo Simón, Melquiades Álvarez, Reyes Díaz, Consuelo Vallina, Ánxel Nava, Manolo Linares, José Pantaleón, José Ferrero, el concejal de Cultura de Oviedo, David Álvarez, el empresario y coleccionista Miguel Orejas, el exsecretario de Cultura Nacho Quintana, los periodistas Melchor Fernández y José Manuel Vaquero y el presidente de la Ópera de Oviedo, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero.

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