Viene de la página anterior

-¿Se plantean retrasos sobre las previsiones iniciales? Endesa parece aparcar el proyecto de La Pereda. ¿Qué sabe de ello?

-Tenemos una sociedad con Endesa que se llama Pereda Power. Celebramos consejo de administración hace 15 días y hablamos del desarrollo del proyecto. Uno de los acuerdos adoptados es que tenemos que pedir una nueva cotización a los proveedores con precios mejores que los que nos hicieron llegar el año pasado. ¿Esto va a conllevar retrasos? Pues no sé. Pero si vamos desarrollando paralelamente otras gestiones no tendría por qué.

-La energía eólica es otra de sus grandes apuestas, con polémica incluida en Longalendo. ¿Cómo están los proyectos?

-También avanzamos despacio. Estamos definiendo pequeños parques de acuerdo con la planificación del Principado. En fin, hay algunas posturas que no dejan de ser pintorescas. Los mismos que se oponen, ponen el grito en el cielo o critican el ciclo combinado, por ejemplo, por razones de emisiones, que son de un tercio con respecto a una central de carbón convencional, son los que discuten las renovables, en una planificación que, repito, es del Principado, no de Hunosa.

-¿Cuando veremos la planta piloto de CO2 de La Pereda?

-Estamos trabajando en un proyecto de captura de CO2 con Endesa y con Foster Wheeler, una ingeniera de prestigio mundial. Que se haya incorporado a nuestro proyecto es una garantía de que lo que hemos desarrollado es bueno. De hecho, el miércoles constituiremos una agrupación de interés económico, paso previo a una empresa, para el desarrollo del proyecto con Hunosa, el Instituto del Carbón (Incar), Endesa y Foster Wheeler. Si todo va bien, para octubre decidiremos la construcción de un planta de un megavatio en La Pereda para hacer demostraciones a esa escala de lo que hemos hecho en laboratorio.

-¿Y luego?

-La «hoja de ruta» la marca la UE cuando dice que el carbón será necesario en la dieta energética de los próximos 30 o 50 años. En el porcentaje que se quiera, pero es importante e imprescindible. A partir de ahí, mitigar las emisiones de efecto invernadero resulta fundamental. Hay que desarrollar la combustión limpia, de manera que en el horizonte de 2012-2013 tengamos algunas tecnologías a escala preindustrial, del entorno de 20 o 30 megavatios. Luego, entre 2013 y 2015 se probarán antes de pasar, por fin, a una instalación comercial, por encima de 350 megavatios. Ésas serán las doce famosas plantas que la UE quiere tener en funcionamiento a partir de 2015.

-¿Y tendrá una Asturias?

-Hablar hoy de dónde van a estar es extemporáneo, ya que, entre otras cosas, las tecnologías no están disponibles. Habrá que pasar por dos estadios intermedios y, cuando estemos en el horizonte de 2014 o 2015, acometer una inversión de algunos centenares de millones de euros. Y esa inversión habrá que hacerla donde se pueda.

-¿Dónde?

-La cercanía de los almacenes de CO2 será importante. La tecnología de carbón limpio tiene una parte de captura, una de transporte, que parece resuelta, y una tercera de confinamiento. Tenemos en marcha un proyecto para ver las posibilidades de adsorción de dióxido por parte de las capas de carbón. El carbón retiene metano y queremos saber si éste se puede sustituir por CO2 en capas muy profundas. El plan es crear un laboratorio subterráneo en el pozo Montsacro de Morcín, con socios internacionales, para ver cómo funciona esa adsorción por parte del carbón. Por cierto, sobre este asunto me gustaría dejar claro que nuestro proyecto no entra para nada en colisión con el que se desarrolla en Ponferrada (León). Muy por el contrario, ambos son complementarios.

-Han anunciado un ambicioso programa forestal ¿Ya está en marcha?

-Tenemos 3.000 hectáreas de propiedades de monte que estaban desatendidas. El plan, que ya tenemos listo, arrancará con una primera iniciativa: la plantación de 50 hectáreas, unos 50.000 árboles, en Braña del Río (Langreo) en otoño. Finalmente, serán 1,2 millones de árboles. El titular es sencillo: Hunosa plantará un árbol por asturiano en los próximos cuatro años.

-Agua de mina para calefacción y aire acondicionado. Quién lo diría. ¿Será realidad pronto?

-Tenemos una gran preocupación por el agua. Primero, porque nos cuesta mucho dinero bombear. Sólo de energía eléctrica gastamos más de siete millones de euros. Hemos establecido un modelo de inundación desarrollado con el Instituto Geológico Minero y la Universidad, que evita los efectos indeseados de una avenida incontrolada. Además, estudiamos si el agua de nuestras explotaciones puede ser capaz de contribuir al abastecimiento, y desarrollamos una iniciativa pionera en España para su aprovechamiento geotérmico. Se instalarán en los nuevos edificios del campus de Mieres.

-¿Y se podrá beber?

-En muchos casos es agua de buena calidad. Los análisis en una mina de montaña determinan que sale para embotellar como agua mineral. Pero, bueno..., no creo que nos vayamos a dedicar a ese negocio (risas).

«No sé si habrá retrasos en el ciclo combinado de Mieres; ahora vamos a pedir precio para hacerlo»

«En la reforestación el titular es claro: Hunosa plantará un árbol por cada asturiano en los próximos cuatro años»