Pola de Lena,

José A. ORDÓÑEZ

La variante de Pajares se confirma como el tramo de obra de Alta Velocidad Española (AVE) con mayor nivel de mortalidad por accidentes laborales del país. Cuando todavía faltan dos años para la conclusión de los trabajos, el trayecto -consistente en la ejecución de dos grandes tubos gemelos de 25 kilómetros cada uno de ellos y de sus enlaces con Pola de Lena y La Robla- ya se ha cobrado cuatro vidas, la última la de un operario ecuatoriano que falleció en la mañana del pasado jueves atropellado por un tractor en las inmediaciones de Pola de Gordón. El número de muertos en Pajares dobla ya el que se registró durante la ejecución de los túneles de Guadarrama, ya concluidos. En la construcción de estos pasos, también en la línea Madrid-Asturias y consistentes en dos tubos de 27 kilómetros de longitud cada uno, fallecieron dos personas.

El siniestro mortal en la sierra madrileña se produjo el 20 de enero de 2003, en el término municipal de Miraflores de la Sierra. Dos trabajadores murieron después de que les cayeran encima dos depósitos de grava de unos 100 metros cúbicos de capacidad cada uno. Los operarios quedaron sepultados y fallecieron en el acto. Aunque la ejecución de los túneles no se cobró más vidas, pocos meses después, concretamente el 6 de agosto, se rozó la tragedia, ya que 39 trabajadores quedaron atrapados durante casi cinco horas tras producirse una explosión y un incendio en el túnel. Los operarios se encontraban realizando el cambio de turno cuando se produjo una fuerte deflagración. A esta explosión le sucedió un incendio que dejó a los obreros atrapados en una bolsa de oxígeno que se creó donde se encontraban, a 3,9 kilómetros de la salida. Por fortuna, pudieron ser rescatados.

En Pajares, las obras de la Variante se cobraron la primera víctima mortal el 9 de septiembre de 2006 en la vertiente leonesa. A. M. A., de 37 años, perdía la vida tras caer de un tren de transporte de dovelas al que se había subido para salir del túnel en el que estaba destinado. La caída se produjo a algo más de cuatro kilómetros del exterior y desde una altura aproximada de dos metros. La versión oficial de la empresa aludió a una hipotética imprudencia del obrero, ya que el convoy de dovelas no estaba adaptado para llevar viajeros.

Poco después, el 11 de octubre, tenía lugar el segundo accidente mortal, también en León. Mario R. S., de 31 años, falleció tras caerle encima una pieza de una de las tuneladoras, que operaba en el lote 2, en Buiza de Gordón, donde trabajaba la víctima para la unión de empresas Dragados y Obras Subterráneas. La cercanía de ambas muertes originó protestas sindicales, que achacaron la siniestralidad en la obra a la existencia de numerosas subcontratas.

La única víctima en la parte asturiana de las obras fue Felipe Castro Bouzas, de 64 años, que falleció el 5 de noviembre de 2008 tras ser golpeado por una pieza que salió disparada tras ser golpeada a su vez por un tren en el interior del túnel oeste de la Variante, concretamente en el lote de obra número cuatro.

Por último, el trabajador ecuatoriano W. E. G. I., contratado por una constructora asturiana, falleció en torno a las siete y media de la mañana del jueves, tras ser atropellado por un tractor en los trabajos para la construcción del túnel de la Variante en las cercanías de Pola de Gordón. Aunque los sanitarios todavía encontraron al operario con vida, no pudieron hacer nada para evitar su muerte.