Investigador mierense de neurobiología en EE UU

Mieres del Camino,

Andrés VELASCO

Nacido en Mieres en 1975, David Gómez-Varela se licenció en Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Oviedo. En 2003 se doctoró en Bioquímica y Biología Molecular y, posteriormente, trabajó dos años como investigador posdoctoral en el grupo del doctor Luis Ángel Pardo del departamento de señales neuronales del Instituto Max Planck de Göttingen (Alemania). Este mierense, un apasionado de la ciencia, lleva tres años trabajando como investigador contratado en el departamento de Neurobiología de la Universidad de California San Diego (UCSD), en el grupo del profesor Darwin Berg. En estos momentos, sus investigaciones se basan en la comunicación neuronal y en cómo en un futuro se podrían llegar a atajar enfermedades como el alzheimer o las adicciones.

-¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar en EE UU?

-Tras investigar durante dos años en el Instituto Max Planck de Medicina Experimental, en Göttingen (Alemania), el doctor Darwin Berg me ofreció trabajar en su laboratorio en la Universidad de California San Diego (UCSD), en el cual llevo tres años. El entorno científico de La Jolla es uno de los más importantes del mundo tanto en cantidad de institutos de primer nivel (UCSD, Salk, Scripps o Burham) como en calidad científica. Ésta es una gran oportunidad, ya que me está permitiendo conocer a fondo cómo se realiza la ciencia aquí.

-Su campo es la neurociencia. ¿Qué tipo de investigaciones está llevando a cabo actualmente?

-De una forma básica, estoy estudiando cómo se produce la comunicación entre las neuronas de nuestro cerebro. Aunque mucho es conocido, aún existen aspectos por descubrir. Más en detalle, mis proyectos estudian el papel que los receptores de acetilcolina del cerebro tienen en la comunicación entre neuronas. Los receptores de acetilcolina son unas proteínas que tienen importantes funciones en nuestro cerebro. Se sabe desde hace mucho tiempo que estos receptores participan en la formación de la memoria y la atención. Aún desconocemos muchos aspectos de cómo estas proteínas realizan estas funciones. Por poner una analogía que todo el mundo entiende: es como saber que el carburador es importante para que nuestro coche funcione, aunque no sepamos muy bien cómo lo hace.

-¿Cómo se desarrollan exactamente esos trabajos? ¿En qué consisten?

-Mis proyectos tratan de responder dos preguntas básicas: ¿cómo llegan los receptores de acetilcolina al lugar donde realizan su función en las neuronas (sinapsis)? y ¿qué otras proteínas de las neuronas trabajan conjuntamente con estos receptores para regular la comunicación sináptica? Para la primera cuestión he utilizado una técnica novedosa de microscopía que desarrollé en mi estancia en Alemania junto con mi colega Tobias Köhl. Esta técnica permite observar cómo un solo receptor entra y sale de una sola sinapsis, y todo esto a una gran resolución temporal (la décima parte de un segundo). Utilizando esta técnica hemos descubierto un nuevo mecanismo que los receptores de acetilcolina utilizan para acceder a la sinapsis. En cuanto al segundo objetivo, he utilizado técnicas bioquímicas que nos han dado la identidad de nuevas proteínas que se unen a los receptores de acetilcolina en el cerebro. Mediante técnicas de microscopía y electrofisiología, estoy comprobando que algunas de estas nuevas proteínas regulan la función de los receptores de acetilcolina en las neuronas.

-¿Qué aplicación podrían tener sus descubrimientos de cara al futuro?

-Cada vez que se descubren nuevos mecanismos que están implicados en la comunicación neuronal, se abren nuevas posibilidades para entender cómo funciona el cerebro tanto en condiciones normales como cuando tenemos alguna patología. En esta línea, me interesa conocer los mecanismos por los cuales los receptores de acetilcolina están implicados en diversas enfermedades. El caso más conocido hasta la fecha es la enfermedad de Alzheimer, en la cual nuestro cerebro produce grandes cantidades del péptido beta amiloide. Se conoce que este péptido se une a los receptores de acetilcolina, lo cual da lugar a una serie de eventos que desembocan en la muerte de neuronas y el consiguiente déficit de memoria y atención. Sin embargo, si queremos aportar soluciones a problemas que se derivan del incorrecto funcionamiento de estos receptores, primero debemos conocer cómo funcionan en el cerebro. Por seguir con la analogía anterior, si no sabemos cómo funciona el carburador, difícilmente podremos reparar nuestro coche cuando esta pieza falle. En este sentido, los resultados que se derivan del proyecto en el cual he identificado nuevas proteínas que regulan la función de los receptores de acetilcolina en el cerebro podrían ofrecer oportunidades terapéuticas en el futuro. De hecho, muchas compañías farmacéuticas están investigando el papel de los receptores de acetilcolina en enfermedades no sólo neurológicas, sino también autoinmunes y, por supuesto, en el tabaquismo.

-¿Quiere decir eso que se podrían llegar a tratar enfermedades neurológicas o diversas adicciones?

-Las investigaciones que estamos haciendo y los descubrimientos que estamos realizando tienen que ver con ello. Sin embargo, de ahí a hablar de tratamientos o curaciones hay un gran paso. No se puede decir, porque además la gente se aferra a un clavo ardiendo y sería alimentar falsas esperanzas. Nosotros trabajamos en ver cómo reaccionan e interactúan los receptores de acetilcolina para ver de qué manera se pueden modificar en determinadas situaciones. Sin embargo, cualquier descubrimiento que nosotros hagamos, cuando se quiere llevar a un tratamiento para cualquier enfermedad pueden pasar hasta 20 años.

-¿Tiene algún proyecto en mente para cuando acabe su aventura americana?

-Intentaré formar un laboratorio que aglutine a gente que comparta la pasión por el conocimiento y el trabajo científico. Algunos resultados derivados de los proyectos que realizo actualmente están esperando para ser estudiados, y eso requerirá tener un grupo de personas implicadas en ello y medios materiales suficientes. Por supuesto, me gustaría realizarlo en nuestro país, y más en concreto en Asturias, no sólo por motivos personales, sino también por coherencia. En una situación normal, las personas que hemos alcanzado este nivel de formación financiados en la mayoría de las ocasiones por becas públicas, como la ayuda posdoctoral que la FICYT (Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científica Aplicada y Tecnología) me otorgó para comenzar mis estudios en California, deberíamos ser capaces de revertir esa inversión en la sociedad. Aun sin saber si la aventura americana acabará en alguna fecha próxima, no cierro ninguna posibilidad de futuro. Dependerá de las oportunidades que surjan en el camino.

-¿Qué es lo que más echa de menos de Asturias?

-La familia, los amigos y muchas cosas de nuestra cultura. Asturias es una región que tiene mucho que ofrecer, tanto por su gente como por su belleza. Por casualidad, tengo un vecino que es de Santa Cruz, en Mieres, y cuando nos encontramos solemos recordar expresiones y coletillas que utilizamos cuando estamos en Asturias. Llevo sin pasar por Mieres desde 2008, pero eso va a cambiar, puesto que tengo previsto ir el próximo verano.